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Conciertos a la Puesta del Sol – O Sister!


pietroAdmin - 8 julio, 2025 - 0 comments

O Sister! 3/7/2025

El jueves 3 de julio, a las 21:03 —sí, leíste bien— justo en el momento en que el sol comenzaba a perderse en el mar, en un escenario con la Alcazaba al fondo y la brisa suave acariciando el ambiente, tuve la oportunidad de asistir a una magnífica actuación de “Oh Sister!” en el Cable Inglés. El sexteto sevillano, que desde hace años transporta a su público con música de otra época —de los años 20 y 30, cuando reinaban el swing y el jazz— y que logra conectar los sonidos del pasado con los problemas del presente, consiguió cautivar musicalmente a 260 personas en el
transcurso de una hora.
Desde el primer momento, ninguna mirada se apartó del escenario, y hasta los pocos susurros que se oían duraban apenas unos segundos. Un público de todas las edades seguía con el mismo interés cada canción y cada introducción que hacían los artistas antes de interpretarlas, con humor, con la intención de sensibilizar y con historias personales (aunque yo no estuve allí cuando sucedió, pude imaginar a la cantante al encontrar sus maracas rosas en el suelo de una fiesta).

¿Y qué tenía de especial este concierto? Para mí, hubo tres elementos que quiero compartir con ustedes hoy.
El primero… las personas. Sobre el escenario vi a seis personas llenas de entusiasmo, de pasión. Ninguno parecía nervioso, ni siquiera mínimamente preocupado. A mis ojos, nadie sobresalía más que otro: cada miembro del grupo tenía, a su manera, un papel protagónico. Las voces se entrelazaban con tal armonía… los músicos tocaban con una expresividad impresionante… y todos juntos colocaban su piedra en la construcción de un maravilloso mosaico musical. Su presencia tenía algo profundamente teatral… desde su vestimenta de época —pantalones oscuros y
camisas blancas con toques sutiles de color— hasta su puesta en escena en general, era como ver una comedia, un drama, una historia de amor y un musical, todo al mismo tiempo. Con movimientos casi coreografiados, con la postura de sus cuerpos, las expresiones faciales, la música y el canto, incluso con sus pausas, lograban contar sus historias melódicas de la mejor manera posible.

El segundo elemento… es justamente eso: las historias de cada canción. Canciones sobre la pobreza (Gentrificación Blues), sobre el ritmo acelerado de la vida cotidiana, sobre el cambio climático y lo fácilmente que olvidamos la belleza de un paseo bajo la lluvia (I See A Sunshine When It Rains), canciones dedicadas a cada mujer única que merece no encasillarse en los moldes que la sociedad le impone (Keep your head up, Sister!), y muchas más. Todas, aparentemente desconectadas entre sí, comparten sin embargo algo fundamental: el amor por el ser humano y la preocupación por los problemas de la sociedad contemporánea. Y aunque la música rápida y bailable pueda hacer que, al principio, no prestes atención a las letras —dejándote llevar por
el ritmo del swing—, “Oh Sister!” consigue su objetivo. El mensaje ha sido sembrado en el subconsciente y, si no en ese mismo momento, seguramente unas horas después te hará reflexionar.

Finalmente, lo que más me impresionó, y creo que fue lo que más me hizo destacarlos, fue la complejidad musical. Durante el concierto conté al menos 14 instrumentos diferentes. Algunos evidentes, como las voces —cuyas excepcionales capacidades ya comenté—, acompañadas de efectos sonoros como el silbido, que se robaban el protagonismo. Otros, como el contrabajo, las maracas, el banjo y el ukelele, elegidos cuidadosamente para adaptarse al estilo de cada pieza y conectarse entre sí con armonía. Y luego… algunos aparentemente desconectados, como un
silbato de fiesta infantil o juguetes de plástico que hacen ruido, objetos cotidianos, familiares, que aportaban tanto al paisaje sonoro como al carácter teatral del espectáculo, y que, en mi opinión, lo elevaban aún más.

En cuanto al sentimiento general… al principio del concierto, estaba ansiosa, principalmente por el trabajo —como tantas personas que se dejan arrastrar por el ritmo frenético del día a día—. Pero al finalizar el espectáculo, la ansiedad había desaparecido como por arte de magia. Había pasado una hora y media… y, de pie como todos, aplaudía deseando que no acabara. Los únicos sentimientos que dominaban eran la emoción, la alegría, la nostalgia, las ganas de bailar, y muchos otros que no pueden describirse con palabras, sentimientos que afloraron gracias a la
presencia de “Oh Sister!” sobre el escenario.

Un gran agradecimiento, entonces, por esta maravillosa noche y mis mejores deseos para el futuro. ¿Y quienes no los han escuchado aún? Escúchenlos, ¡no se arrepentirán!

Crítica de Zoi Michailidou

Fotos de Emilia Studnicka

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