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Big Band Andaráx & Big Band EMMAT & Enrique Oliver «Grandes ambiciones»


José Santiago Lardón 'Santi' - 30 junio, 2019 - 0 comments

Big Bandarax. Big Band Escuela Municipal de Música de Alhaurín de la Torre (EMMAT). Enrique Oliver (saxo tenor) Clasijazz, domingo, 30 de junio de 2019. 19 H

¿Big bands?

«En el jazz nos empujan veinte brazos». Jean Cocteau, De un orden considerado como una anarquía.

Veinte brazos, veinte galeotes liderados por Ben-Hur reman encadenados en busca de libertad, con diez cañones por banda — sumarían veinte—, viento en popa, a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín, veinte fogoneros ceban la caldera de la locomotora que cruza veloz la noche dejando a su paso un rastro de fuego y el ulular metálico de la sirena.

Veinte jóvenes suben al escenario y se precipitan en un desenfreno sincopado de trompetas quebranto de alarido, trombones oscura vibración, saxo grita alto, tenor espuela melódica, barítono ronco lamento, clarinete caricia de seda, teclas endiabladas persiguen la armonía al compás de la tensión del cordal severo del contrabajo y el guiño cómplice de rodobles de parches y címbalos… ¡Somos una big band! clama una voz entre el estertor sonoro.

Pero una big band es mucho más que una gran orquesta, es grande no sólo por el número de músicos, y músicas, que la integran, ni por su estructura en secciones —madera, metal, rítmica, incluso cuerdas—, o por un repertorio que la dota de sentido y unidad, ni incluso por la destreza del arreglista y del director que aunan la diversidad de sus voces en identidad propia… Es grande…

Ya lo dijo Ellington

«Hay un sinfín de bandas en los colegios y universidades con jóvenes muy preparados que se aplican y quieren convertirse en músicos profesionales, del mismo modo que hay muchísimos músicos muy buenos que se dedican a la enseñanza de esos jóvenes». Duke Ellington, La música es mi amante: memorias.

Es grande, inmensa, sobre todo, por su proyección de futuro, de permanencia y de convivencia y experiencia compartida, porque una big band es un laboratorio de ideas, un espacio de encuentro y comunicación entre sus miembros, un lugar de aprendizaje y formación, un vivero de futuros solistas, además de extensión educativa de la escuela porque la música es la más elevada de las expresiones artísticas del ser  humano y y el jazz una de las más importantes manifestaciones culturales surgidas en el siglo XX.

Y desde la época dorada, la era del swing —Ellington o Basie—, pero también después, con el advenimiento del jazz moderno, con el bebop, con el hard bop, con el cool, con la llamada tercera vía o corriente, con el free jazz más radical o con la punzante vanguardia de Sun Ra, las big bands han sido medio expresivo de las más fecundas creaciones músicales. Grandes compositores y arreglistas han escrito y trazado en las líneas del pentagrama auténticas joyas sonoras equiparables a las de otras grandes formaciones de la mal llamada música culta —léase sinfónicas, ensembles en su apelación más contemporánea, o lo que venga en gana.

Desde Ellington a Maria Schneider o Anthony Braxton, pasando por Miller, Stan Kenton, Woody Herman, o ese genio malhumorado a veces, entrañable tantas otras, con trazas de oso glotón, que es Charles Mingus, las big bands fueron la voz cantabile de los sueños de grandes creadores, además de fuente de gozo sin límites.

Con las big bands la gente bailaba, saltaba, zapateaba, claqueaba, repiqueteaba con los pies el suelo… porque mal asunto sería si «mientras tocamos la gente no mueve los pies», como dijo en cierta ocasión Count Basie. Era también la época de ls batallas de orquestas y de los nuevos bailes de moda: big apple, black bottom, suzy ‘Q’ o el famoso lindy-hop, que ya conocerán y cuyas ejecutantes es harto probable que aparezcan por esta sala para solaz y desenfreno de todos.

Dos ríos, dos valles, dos pueblos, dos historias… idéntica ambición

Habitamos espacios, territorios, lugares a modo de sentidas patrias de una feraz tradición histórica y cultural milenaria, mudable y cambiante que ha ido nutriendo nuestra identidad actual.

Dos ríos —Guadalhorce y Andaráx— imperecederos y firmes escultores de valles como lugares de cobijo y asentamiento de múltiples y remotas poblaciones desde el mismo neólitico y sus lechos pasillo de tránsito de fenicios, griegos, romanos, árabes… dejando el poso de un legado cultural de valor incalculable y mudando sus tierras, antaño terruño de aridez hóstil en feraz vergel de verdor incandescente bajo la tórrida luz del sol que no alumbra, en semillero de riqueza y sustento gracias al tesón y esfuerzo de sus moradores, mujeres y hombres que con el amparo de esa intangible pero generadora sabiduría ancestral se empecinaron en una lucha sin tregua para hacer de su entorno lugar habitable y tierra de promisión, en erigir un sueño ambicioso…

Un sueño ambicioso al mood Ellington

«Hoy los jóvenes músicos tiene mayor técnica, están obligados a ser mejores que los de antes. En mis tiempos lo principal era que uno encontrara un sonido propio y reconocible». Duke Ellington, La música es mi amante: memorias.

Dicen que los sueños, sueños son, acaso fruto de mentes febriles, pero lo cierto es que son vislumbre de futuro, génesis de grandes mensajes, origen y sendero a seguir como enseña. Por eso un sueño ha de tener un alma grande, inmensa, incluso inabarcable, poseída por una ambición sin límite, de lo contrario se deshilvanaría como frágiles nubes de verano, como la cruda pesadilla que se volatiliza al despertar al nuevo día.

Sueños de gran ambición como los que alientan a los orgullosos moradores de Alhaurín de la Torre —Valle del Guadalhorce— que desde hace tiempo celebran su celebérrimo Seminario de Jazz, acaso el más importante entre los nacionales y el Festival Portón del Jazz que convoca en julio a grandes figuras nacionales e internacionales, merced a la labor de una Escuela Muncipal de Música que no tardará en mudar en Conservatorio de Música con todas la de la ley. Y no menos grandes ni menos orgullosos son los sueños y los habitantes de Gádor y su hermana gemela Alhama de Almería, con sus respectivas escuelas de música generadoras de multitud y bien diversas propuestas culturales.

Uno y otro, Alhaurín de la Torre y Gádor-Alhama, trazando un relato sin fin, inacabado, que se escribe día a día, piedra a piedra, al igual que camina el caminante al modo de que escribió Antonio Machado con su proverbial certidumbre:

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Y sobre todo, aguerridos y muy talentosos y muy jóvenes hombres y mujeres de Gádor-Alhama de Almería y de Alhaurín de la Torre, militantes aunados con merecido orgullo en esos ensueños de locura rítmica que son la Big Bandaráx y la Big Band EMMAT que ocupan desde hace tiempo lugar de honor en los rutilantes anales de la fama de ese seminal gran rio y padre del jazz que es el Misisipi. Y no hablamos solo de jazz, ni incluso de música, sino de lo esencial de la vida.

Delirio, emoción, pura fantasía es lo que nos ofrecerán y tendremos ocasión de disfrutar esta tórrida tarde de domino de final de junio con la sabía maestría de un invidado de honor…

Y un invitado de honor, el tenor Enrique Oliver

Enrique Oliver (Málaga, 1985) Comenzó sus estudios musicales a los 8 años y se inició en el jazz en 2002 recibiendo clases de Ernesto Aurignac y Arturo Serra, a la par que asistió a seminarios impartidos por Bobby Martínez, Perico Sambeat, Jesús Santandreu, Jerry Bergonzi, Dave Santoro, George Garzone, Jack Walrath, Steve Grossman, Greg Tardy, Seamus Blake, Barry Harris o Mark Turner, entre otros. En 2007 viajó a Nueva York donde recibió clases de Bill McHenry y Ethan Iverson.

Ha formado parte de numerosos grupos junto a grandes maestros como Benny Golson y músicos como Dimitri Skidanov, David Mengual, DeeJay Foster, Bori Albero, Masa Kamaguchi, Chris Higgins, Chris van Woorst, Matt Brewer, Rai Ferrer, Arturo Serra, Jon Robles, Toni Berenguer, Raynald Colom, Nat Su, Ernesto Aurignac, Pedro Cortejosa, Dani ‘Ertato’ Torres, José Manuel ‘Tete’ Leal, Chris Kase, Perico Sambeat, Roger Mas, Albert Bover, Carlos Azevedo, Pascual Morente, Lianne Carroll, Albert Sanz, Juan Galiardo, Jorge Rossy, Marc Ayza, Dani Domínguez, Andrea Michelutti, RJ Miller, Marc Miralta, Jo Krause, David Xirgu, Ramón Prats, Xavi Hinojosa, André Sumelius, Guillem Arnedo, Juanma Nieto, Jaume Llombart, Jordi Matas, Andreu Zaragoza, Albert Vila, Carlos Pino, Marcelo Saenz o Manolo Perfumo. Asemás ha colaborado en proyectos con músicos como Perico Sambeat, Jorge Rossy, David Kikoski, Peter Bernstein, Avishai Cohen, Benny Golson, Barry Harris o Bill McHenry.

Durante su estancia en Barcelona colaboró en proyectos como Organics (cuarteto de Albert Sanz) con el que fue seleccionado para el circuito INJUVE en 2006, Roger Mas Group, Felix Rossy Quintet, Julián Sánchez Sextet, Ivan Rojas Quartet, Vila 5, Juan Pablo Balcazar Quintet o Nono García, entre otros.

Ha participado en conciertos y festivales tanto a nivel nacional como internacional (Inglaterra, Alemania, Bélgica, Holanda, Haití, Marruecos o Nueva York), entre otros en los festivales de jazz de San Sebastián, Getxo, Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Marbella, Córdoba, Canarias, Fuenlabrada, Pontevedra, Port au Prince, Birmingham, Jazz de São Luiz (Lisboa), Jazz no inverno (Faro), así como en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt., y en míticos clubes como: Club 21(Nueva York), Jamboree (Barcelona), Bimhaus (Ámsterdam), Jazzkeller (Frankfurt), L’Archiduc (Bruselas), Hot Clube (Lisboa) o Clasijazz (Almería).

Como sideman ha colaborado en una larga quincena de álbumes, entre otros, Qurtuba jazz 2005 I festival de jazz andaluz (Cero decibelios). La Sonora por Cádiz Big Band de Cádiz (Producciones Bujio). Rebujato Ivan Rojas Quartet. Mckenzie – Mason Roger Mas Quintet (Fresh Sound New Talents). A.Vila Quintet (Fresh Sound New Talents). Ida e volta Xan Campos Quintet (Free Code), Wicca Jorge Rossy Trio (Fresh Sound) o en el monumental Uno (Moskito Rcd., 2015) de Ernesto Aurignac Orchestra.

Editó el primer álbum a su nombre con un quinteto de lujo integrado por el trompetista Julián Sánchez, Roger Mas al piano, Bori Albero al contrabajo y Ramon Prats a la batería.

Pese a su juventud está considerado como una de las grandes promesas del jazz español, con una amplia trayectoria profesional. Pero quizás la mejor carta de presentación sean las palabras que su colega, el saxo alto Ernesto Aurignac, escribió en su página web:

«¿Es John Coltrane, Stan Getz, Hank Mobley? No, es Enrique Oliver, mi tenor favorito. Son dos metros de libertad, de búsqueda constante, de genialidad, de fantasía, de locura, de frenesí, de sinceridad. Su saxo y él son uno y es pura inspiración para todos los músicos cuando lo oímos tocar, siempre es un viaje sublime oír su música porque es entrar dentro de su corazón».

Entre otros variados proyectos, lidera su propio grupo Introducing y colidera el simbiótico Llombart & Oliver Dúo,

En la actualidad compagina su labor docente en el CAMM ‘Maestro Puyana’ (Centro de Artes y Música de Málaga, de la Asociación de Jazz de Málaga) con la participación en numerosos proyectos jazzísticos de la escena nacional e internacional.

En 2017 fue elegido por la prestigiosa Escuela Superior de Musica de Basel (Suiza) donde permaneció durante un año desarrollando destacadas colaboraciones internacionales.

Y en la rabiosa actualidad del hoy mismo anda inmerso en la grabación de un nuevo trabajo a cuarteto junto al pianista Albert Bover, el contrabajista Dee Jay Foster y el baterísta  Jorge Rossy a la batería, en los estudios Puerto Records de Málaga, y del que pueden escuchar su composición “Rocío”, puro alarde de profundidad emocional.

Sin duda, uno de los músicos más destacados de la escena jazzistica nacional, un auténtico virtuoso con un sobresaliente torrente de creatividad e improvisaciones magistrales e impecables.

© José Santiago Lardón ‘Santi’ (Junio, 2019)

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