Clasijazz Big Band Swing & Funk + José Luis Jaén 10-7-2025
Segunda en la serie de conciertos “Conciertos a la Puesta del Sol” en Cable Inglés, el 10 de julio, fue la actuación de la joven banda de Clasijazz, “Clasijazz Big Band Swing & Funk”, con el destacado cantante José Luis Jaén como invitado especial, en una prometedora velada de música latin jazz. No se pudo elegir un lugar ni una noche más apropiada para este género. Con la Alcazaba iluminada al fondo y la luna llena reflejándose en el mar… ya existían las condiciones perfectas para una atmósfera excepcional de concierto.
Como oyente, a pesar de estar familiarizada con sonidos latinos, que me encantan, era la primera vez que escuchaba latin jazz en directo. ¿El resultado? ¡Me lo confirmó por completo! Todos, desde la banda con sus camisas de colores hasta el cantante con sus collares y la camisa blanca, desprendían una sensación de libertad que, como más tarde se comprobó, también se reflejaba en sus melodías…
Todo el concierto… giraba principalmente en torno al amor… y eso era evidente no solo en las letras, sino también en melodías sin letras. Las inflexiones en el momento justo, los solos de viento, las improvisaciones en las Congas… elevaban cada tema.
Un momento que me conmovió especialmente fue, por supuesto, la pieza compuesta por una compositora para su hija, que había fallecido… Quizá influenciada por la introducción del director… pero al escucharla… pude entender por qué se había escrito… la música poseía una tristeza interior, pero al mismo tiempo era alegre y juguetona… como si hablara a un niño.
La paradoja del latin que me transporta cada vez… es que la letra puede ser triste… puede hablar de amores pasados o perdidos… pero eso contrasta con la melodía, que es tan rítmica, tan viva, tan mágica. Incluso cuando una pieza habla de separación (Lágrimas Negras) la melodía pasa por tantas etapas, como una montaña rusa en la feria, que no te deja indiferente. De lo suave y melancólico pasa a intenso, dinámico y entusiasta, como representando las fases de una ruptura: pasando del duelo y el vacío emocional, al alivio y la alegría de aceptar que no era el fin del mundo, que la vida continúa. Y todas esas emociones diversas… la actuación de la banda esa noche logró transmitirlas no solo a través de las letras, sino también por su música cargada de sentimiento… tan cercana…
Los solos del clarinetista, tan dulces… los solos de trompeta y trombón, dinámicos y llenos de impulso al mismo tiempo… el contrabajo en el fondo, con su discreta presencia marcando el ritmo… el piano con adornos juguetones mientras los dedos del pianista se deslizan por las teclas… Y, por supuesto… el cantante… con tanta expresividad en su voz… En cada canción se reflejaban vivencias intensas… de amor… deseo… pasión por la vida… no solo con palabras sino con toda su presencia en el escenario… no solo cantaba… interpretaba. Lo vivía. En su voz escuché el amor por la presencia invisible a la que se dirigían las letras… su necesidad de transmitir su anhelo de estar con ella… la tristeza casi imperceptible cuando el tema era melancólico… como si el resto del mundo hubiese desaparecido. Y junto a él… con los sonidos de los vientos, los glisandos del piano y los Congas yo también me dejé llevar a otro lugar.
Además, me impresionó mucho el director, cuya forma de dirigir no se parecía a ninguna que hubiera visto antes, ni como participante ni como espectadora. En lugar de dirigir rígidamente, marcaba el ritmo y las señales a la banda mientras bailaba. Su buen humor y orgullo por el resultado se reflejaban en su rostro, cualidades que se transmitían a la banda, que a su vez reflejaba esa energía positiva en su música, y todo eso llegaba al público.
El público estuvo entusiasmado y esa vitalidad y energía de los músicos se transmitió en poco tiempo. La gente aplaudía con fuerza tras cada tema, silbaba y se ponía de pie para ovacionar a los artistas. Además, hubo muchos momentos en que el público y la banda colaboraron – ya fuera por sugerencia del cantante, que invitaba a aplaudir en un ritmo, o espontáneamente, cada uno en el ritmo que le parecía encajar con la composición –, algo único que impregnó la noche de energía y sentido.
Cuando el concierto terminó con “La Batanga”, la pieza insignia de la banda, que todos — público y músicos — cantaron juntos, moviéndose rítmicamente de pie y aplaudiendo al compás otra vez, me dejé llevar por completo por el espectáculo. Me di cuenta de que esa noche yo, como todo el público, bailé más que nunca dejada llevar por la música y el ritmo de los Congas… me emocioné con las letras… sentí tantas emociones positivas, olvidando por un momento cualquier preocupación…
Fue un concierto que recomendaría sin dudar a los amantes del latin jazz, pero también a quienes buscan una velada relajante y bailable sin estrés, con la garantía de un espíritu alegre.
¡Muchas felicidades y gracias a la banda por la velada que nos brindaron, y los mejores deseos para el futuro!
Crítica de Zoi Michailidou