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Clasijazz Big Band Profesional plays Bernard van Rossum Music. «Pura raza mestiza»


José Santiago Lardón 'Santi' - 30 marzo, 2021 - 0 comments

Bernard van Rossum (dirección, composición, saxo tenor) Trompetas: Julián Sánchez, Nacho Loring, David Galera, Jesús Martínez. Trombones: Miguel Moisés, José Diego Sarabia, Moisés Fernández, Pablo Jesús Sánchez. Saxos: Víctor Jiménez, Tete Leal, Enrique Oliver, Daniel Torres, Irene Reig. Clarinete bajo: Florencio Juan. Piano: Daahoud Salim. Guitarra: Peter Connolly. Contrabajo: Bori Albero. Batería: Andreu Pitarch. Invitados: Cante: Sonia Miranda. Guitarra flamenca, Francis Hernández. Percusión: Carlos Cortés.

Almería. Auditorio Municipal Maestro Padilla, sábado, 27 de marzo de 2021. 19:30 H

Cara Uno: Pura raza mestiza (Obertura)

En una celebrada película de Douglas Sirk —de cuyo nombre ni quiero ni puedo acordarme— ha lugar un inocente pero acerado diálogo: una familia ungida por el súbito halo de la riqueza decide desprenderse del querido chucho de toda la vida y reemplazarlo por dos relamidos caniches a la mode. La hija menor lo abraza y escupe un recio alegato en su defensa: ¡Sí que es de raza! ¡Es de pura raza mestiza!

El jazz y el flamenco —adjetivados ya de principio con más que dudosos términos— nacieron mestizos y mestizos crecieron y mestizos morirán, llegado el caso, y aún más mestizos resucitarán, acaso encarnados en nuevas formas que nos sumirán en una babel de disquisiciones sobre concepto, naturaleza e idoneidad.

Mestizo jazz y mestizo flamenco se encontraron un día vagabundeando por esos caminos de dios, se miraron, se reconocieron y del brillo centelleante de sus miradas brotó la cálida llama del amor —dicunt Carlos Aguilar y Anita Haas en su revelador Jazz flamenco. Historia de un amor (Quatermass, 2021)—, pero más que amor, desde luego no esa clase de amor al uso de telefilm de sobremesa, fue pasión ardiente, arrebato, entrega y desenfreno sin medias tintas y a tiempo completo, como debiera ser, y lo es, si se trata de creación. Es la larga crónica de encuentros y desencuentros, o lo que media entre la obra creativa y lo hecho al reclamo de la moda, entre la originalidad y el lorailo más ramplón, y también el relato de un futuro que trazar, la historia de corazones rotos, de quebrantos, de fidelidades e infidelidades como es habitual cuando media coyunda mestiza. Infidelidad, sobre todo, porque si el jazz, y el flamenco, caminaron, caminan y caminarán, es merced a esa suerte de felón amancebamiento sin recato ni temor al qué dirán.

Todo es mestizo…

Mestizos somos todos, lo es todo aquello en lo que late un ápice vida —ya en esencia es pura raza mestiza, resultado de un largo tránsito genético pese al empuje del complot negacionista—. Somos hijos de la mezcla, desde la Eva africana hasta hoy, pasando por la infinidad de pueblos que en su nomadeo infinito nos dejaron genes… y cultura. Mestizos en lo biológico y en lo cultural… y si lo piensan, en lo emocional, aunque a veces no lo parezca, o no queramos asumirlo.

Las lenguas están condenadas a entenderse sin remedio, de igual modo que lo estuvo a lo largo de la historia el ser humano. Cualquier manifestación artística se expresa a través del lenguaje (códigos específicos), la música es un lenguaje, como lo es jazz y el flamenco que, valga la redundancia, creó el hombre para comunicar sus urgencias, alegrías, pena o dolor —como el canto o el grito, sus formas embrionarias. Las barreras no son tanto de carácter idiomático como de voluntad y conocimiento y valga ahora ese tópico no por manido menos certero de que hablando se entiende la gente.

El jazz —ese embrión latente anterior al concepto y por supuesto al nombre—, nació humilde, más que huérfano, hijo expósito de una diversidad de padres, sin referencias codificadas y creció como un niño curioso nutriéndose de préstamos, la mayoría de las veces hallados al azar, buscando en todo cuanto le rodeaba y tomando lo que era de su conveniencia para erigir un lenguaje nuevo no estático, sino mudable, en continuo progreso —dijo al respecto la gran Ella Fitzgerald que robó cuánto pudo de otros, en especial de los metales— y aquí cabría hablar de la historia del jazz como evolución pero nunca presa en esos compartimentos estancos que bajo la denominación de estilos suele hacer la historiografía al uso —swing, hot, dixieland, be bop, cool…— sin advertir que se trata de un proceso acumulativo en el que se va liberando de adherencias innecesarias o caducas, guardando lo preciso y abrazando nuevos elementos que le reporten aire fresco para avanzar de cara al futuro. Un largo proceso de identificación, vario y mudable, pero sobre todo consustancial a la urgencia expresiva del ser humano, del artista, tal vez gratuito o prescindible pero sí que necesario y esencial para su crecimiento  espiritual y cultural, como plantea Philip Ball en El instinto musical. Escuchar, pensar y vivir la música (Turner, 2010).

Y otro tanto, aunque siguiendo diferentes derroteros, podría decirse el flamenco que al igual que su hermanastro jazz sufrió en semejante espacio de tiempo una evolución convulsiva y generadora de nuevos lenguajes, y digo sufrió porque hubo de hacerlo jugando a la contra como hubo de hacerlo el jazz… ¡El jazz ha muerto!, se gritó cuándo Byrd lanzó sus revolucionarios dardos, ¿Esto es flamenco?, frente el grito roto de Camarón, apenas hace unas década, o más reciente, en oposición a las innovaciones de Enrique Morente —«Cuando Enrique se mueve, todos corremos», solía decir el guitarrista Juan Habichuela»—. Sucede que tendemos a lo acomodaticio, a la costumbre del canon y reacios al cambio, y cuando nos mueven la silla de sitio nos ponemos a temblar, presas del desconcierto, sin saber a ciencia cierta qué hacer, a donde mirar.

Ya lo dijo maestro Jorge Pardo…

Jazz y flamenco, amantes entregados en un abrazo reconfortante pero también doloso, con sus quiebros y disonancias, tímido a veces, y otras violento como un vendaval de Levante, con esa magia vulnerable de lo imperfecto afín a la obra de arte en construcción… Y si en lugar de hablar de jazz flamenco, o viceversa, como lenguaje de fusion —horrible término—, lo hiciéramos con la más humana acepción de encuentro o abrazo entre dos ricas tradiciones musicales todo cobraría más significado, más apegado a ras de suelo.

Y una definición, por no huir del afán de cosificación, para el nuevo lenguaje echando mano de dos de sus elementos esenciales: pellizco con swing o, si lo prefieren, swing con duende.

Y una cita de Jorge Pardo que alumbra de manera magistral la identidad del abrazo:

«Mi corazón está dividido básicamente entre el jazz y el flamenco. Son músicas que se complementan pero a la vez son muy contradictorias. En el flamenco tienes que decir algo muy interesante en muy poco tiempo, que sorprenda, y tienes 32 compases para decirlo y no puedes errar. Es directo y con mucho arrebato, todo tiene que tener vida, fuego, no se puede bajar el nivel. En el jazz la improvisación es más relajada, te puedes tomar tiempo para situarte en la rueda de los compases y puedes ir en crescendo en el solo, hasta conseguir un clímax si te sale, y si no, también vale alguna frase bien hecha. Son las dos cosas que ahora me resultan más difíciles de casar, pero las que más me atraen».

Viene la historia…

…y da por sentado que fue Lionel Hampto quien, tras una gira por España, quedó deslumbrado por el ritmos del flamenco y lo plasmó en el ya célebre pero prescindible álbum Jazz flamenco (RCA, 1956) del que se hicieron sendas carpetas para el mercado español y el americano. En realidad la génesis del asunto tuvo su origen en la fascinación de Hampton por la jovencísima bailarina de origen argentino e intérprete de castañuelas María Angélica. De flamenco el disco solo tiene eso, un eco de castañuelas y cosas del tenor de «¡Ole! ¡Ole, muchacha! ¡Toca la castañuela! ¡Ole! ¡Viva España! ¡Dale duro!» que se oyen en el tema “Hamp’s Jazz Flamenco”. Y Tete Montoliu fue el pianista de los temas “Tenderly”, “Spain” y “Toledo Blade” aunque no figurase en los créditos.

Ante tan fantasmagórico, inquietante y alucinante comienzo de romance, a veces son los mejores, el asunto pintaba como tormenta de otoño, pero andando el tiempo, escampó y brilló, de nuevo del lado allende los  mares, en sucesivos flirteos, que cuajaron en significadas obras de arte. Para empezar es obligado mencionar a Miles Davis, primero con “Flamenco Sketches” incluido en el esencial álbum Kind of Blue (Columbia, 1959) y al cabo con el no menos esencial Sketches of Spain (Columbia, 1960) al frente de una gran orquesta y con Gil Evans como director y arreglista, incluye versiones de música española: el adagio del Concierto de Aranjuez de Rodrigo, “Will o’the Wisp”, inspirada en El amor brujo de Falla, la canción tradicional gallega “The Pan Piper” y dos canciones escritas por Evans, “Saeta” y “Soleá” ya hermanadas a sangre con el flamenco. El cantaor Enrique Morente confesó que «la saeta de Davis está a la altura de las de Caracol, Vallejo o La Niña de los Peines…» (entrevista: El País, 20 de julio de 1994).

Un año después, y al albur del éxito de Davis, John Coltrane —otro músico esencial de la historia del jazz— publicó Olé Coltrane (Atlantic, 1961) al frente de una formación de primeras figuras (Freddie Hubbard, Eric Dolphy, , McCoy Tyner, y doblete de contrabajos: Art Davis y Reggie Workman) que incluía su original “Olé”, inspirada en la canción popular española “El Vito” (también conocida como “El Quinto Regimiento de la Guerra Civil Española, que a su vez es conocida como “Venga jaleo”) y en la que la hermandad con el flamenco es más que evidente tanto por los patrones rítmicos como por su acentuada melodía de cadencia flamenca, sugerida por el saxo tenor en los primeros compases.

Más actuales, o contemporáneas, son las grabaciones de Chick Corea, reflejadas en parte de su obra, así como la de los guitarristas John McLauglin, Larry Corryel y Al Di Meola, junto al guitarrista Paco de Lucía.

Sin embargo los encuentros más frecuentes y fructíferos vienen de la mano de músicos españoles que cabría alinear en cuatro corrientes que han creado y siguen empecinados en el abrazo entre dos lenguajes para crear acaso una nueva lengua que no es jazz ni tampoco flamenco sino algo novedoso y fresco y, sobre todo mestizo.

El primer intento lo realizó el saxofonista navarro Pedro Iturralde —con los precedentes de Miles Davis y John Coltrane como gérmen— como demiurgo esencial de la gestación del nuevo lenguaje. Influenciado por la música de Falla y la de otros compositores clásicos españoles así como por el también navarro y guitarrista flamenco Sabicas, pronto comenzó a tocar en un estilo que denominaba andalucismo y luego, al fin, llegó la hora de su célebre Jazz Flamenco (Hispavox, 1967) y en el que lo novedoso era la inclusión de un guitarrista flamenco en un contexto jazzístico —Paco de Antequera en la primera sesión y Paco de Algeciras en la segunda, este seudónimo de Paco de Lucía, que no podía aparecer en los créditos por motivos contractuales). El álbum incluía temas populares —Café de Chinistas, Zorongo gitano… — con el fin, según escribe Iturralde en las notas de la reedición del Lp de 1975: «de tomar el flamenco como fuente de inspiración y, sobre su base, poder expresarme de una forma libre y sincera por medio de la improvisación y dentro de la concepción rítmica del jazz moderno…». Luego grabó Flamenco Jazz Pedro Iturralde Quintet (Saba, 1968) y Jazz Flamenco. Vol 2 (Hispavox, 1968). A destacar aspectos como la interpretación de patrones rítmicos por bulerías por un grupo de jazz, la alternancia de ritmos flamencos con tempos de swing, el diálogo en algún tema entre la guitarra de Paco de Algeciras y el saxo de Iturralde o que éste asuma con el rol de cantaor. Fue el primer contacto directo del jazz con el flamenco y marcó el inicio de una larga historia y un revulsivo, semilla y fuente de inspiración e inquietud para generaciones posteriores y que pese a las reticencias de puristas de ambas cuerdas, ha dado grandes obras maestras de la mano de Jorge Pardo, Chano Domínguez, Gerardo Núñez y toda una creciente legión que desde un campo u otro siguen trazando una música novedosa y fresca, llámese jazz flamenco o flamenco jazz o como bien venga en gana.

Una segunda línea sería la seguida por Paco de Lucía y su sexteto, recogida en el álbum Live… One Summer Night (Philips, 1984) junto a músicos que ya tenían un amplio bagaje y recorrido por los senderos del jazz y del flamenco: Jorge Pardo, Carles Benavent o Rubén Dantas.

Jorge Pardo, con su lenguaje más que mestizo y un cúmulo de grabaciones memorables y fuente de inspiración para músicos nacionales e internacionales, junto al bajista Carles Benavent, el percusionista Tino di Giraldo y el pianista gaditano Chano Domínguez, es piedra angular de una tercera línea y Chano, el más joven, abriría una cuarta corriente cuyas aguas llegan hasta la actualidad, con innumerables ejemplos, entre otros, el del ya mencionado Perico Sambeat, Marc Miralta, Javier Denis y su Andalusí Jazz Band, Pablo Martínez Flamenco Jazz Band, Ángel Rubio & Curro Cueto Jazz Hondo… e incluso en Almería y de reciente creación existe Majao, formación de abrazo entre ambos idiomas integrada por el saxo alto y flautista Mike Fletcher, el bajista Rafael Molina, el guitarrista flamenco David Rodríguez y Johny Cortés en la percusión flamenca.

No es momento, y aún menos por cuestión de espacio, reseñar y analizar la inmensa cantidad de artistas y grabaciones militantes de esta corriente. Si están interesados, pueden consultar el enlace bibliográfico inserto al final de este apartado.

Leer la música: una bibliografía esencial

Aguilar, Carlos y Anita Haas, Flamenco jazz. Historia de un amor, Madrid: Quatermass, 2021.

Fernández Fernández, Mar, La fusión del jazz flamenco.

Fines de semana espectaculares: festivales de cine, teatro, danza, jazz, flamenco y todo lo que se puede hacer entre sesión y sesión, Madrid: ABC / Movistar / Anaya, 2001.

García Martínez, José María, Del fox-trot al jazz flamenco: el jazz en España: 1919- 1996. Madrid: Alianza Editorial, 1996.

Herrero, Germán, De Jerez a Nueva Orleans: análisis comparativo del flamenco y del jazz, Granada: Don Quijote, 1991.

Iturralde, Pedro. Texto en Adolphe Sax:

fttp://www.adolphesax.com/index.php?option=com_content&view=arti cle&id=238:articulos-pedro-iturralde-jazzflamenco&catid=48:saxofon&Itemid=71&lang=es

Rabassó, Carlos A y Francisco Javier Rabassó, Federico García Lorca entre el flamenco, el jazz y el afrocubanismo: Granada-Nueva York-La Habana. Barcelona: Libertarias/ Prodhufi, 1998.

Salinas Rodríguez., José Luis, Jazz, flamenco, tango: las orillas de un ancho rio. Madrid: Catriel, 1994.

Santiago Lardón, José A., “Las fronteras del jazz: un recorrido por sus límites”. Buxía. Rte y Pensamiento. Almería: Buxía Ediciones / Instituto de Estudios Almerienses, nº 3, septiembre, 2004

Zagalaz, Juan y Díaz Olaya, Ana María, “Distintos tipos de contacto entre jazz y flamenco: de la apropiación cultural a la fusión de géneros”. Arte y Movimiento: Revista Interdisciplinar del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal, nº 7, 2012.

Zagalaz, Juan, “Los orígenes de la relación del jazz-flamenco: De Lionel Hampton a Pedro Iturralde (1956-1958)”. La Madrugá. Revista de investigación sobre flamenco, nº 13, diciembre, 2016.

Sentir a compás: una discografía

A modo de discoteca abreviada y portátil, o estado de la cuestión, son recomendables los dos álbumes publicados por la discográfica Karonte con motivo de su décimo aniversario, Flamenco Jazz (2003) y Flamenco Jazz 2 (2004), extensa y excelente antología de grabaciones que incluye, entre otros, a artistas como Chano Domínguez, Jorge Pardo, Carlos Piñana, Javier Denis, Gerardo Núñez  Ramón Jiménez, Juan Cortés, Agustín Carbonell ‘Bola’, Henry Vincent, Sergio Monroy, Pepe Justicia, Guillermo McGill, Pedro Ojesto, Juan Diego, Alberto Conde, el trío gaditano Saguiba o Ana Salazar, a los que cabría añadir otros artistas no incluidos en la selección por mediar contrato con otros sellos o por aparecer con posterioridad, como el proyecto New York Flamenco Reunion de Marc Miralta, la Flamenco Big Band de Perico Sambeat, por citar solo un par de casos de una vastísima discografía que ahonda con mayor o menor precisión y acierto transitan por ese sendero fronterizo llamado jazz flamenco, o viceversa.

Y, cómo no, la BvR Flamenco Big Band del compositor y saxofonista Bernard van Rossum, cuya música teñida de flamenco jazz —el pellizco del swing o swing con duende— será interpretada de la mano de la Clasijazz Big Band Profesional dirigida por Bernard van Rossum y con invitados como la cantaora Sonia Miranda, el guitarrista flamenco Francis Hernández y el percusionista Carlos Cortés.

Una nutrida relación discográfica cronológica que abarca el periodo 1966-2019 pueden consultarla en el enlace:

https://rateyourmusic.com/genre/Flamenco+Jazz/

Cara Dos: ¡Música, músicos!

Track 01: Bernard van Rossum (dirección, arreglos)

Bernard van Rossum es saxofonista tenor y soprano, compositor, arreglista y educador. Nació en Altea (Alicante), hijo de madre inglesa y padre holandés, creció en un rico y diverso entorno multicultural. Tras una intensa adolescencia tocando la batería descubrió el saxofón y con él el universo del jazz. Finalizada la licenciatura de Biología en la Universidad de Edimburgo (Escocia), se trasladó a Barcelona cursando estudios de saxofón en el Taller de Músics. En 2007 inició la licenciatura de Jazz en el Conservatori del Liceu, viajando posteriormente a la UNT (University of North Texas) y culminando sus estudios en el Conservatorium van Amsterdam, con una licenciatura en 2011 y un máster en 2013 la dirección de los profesores Jasper Blom, Ferdinand Povel y Jurre Haanstra.

Lidera el Bernard van Rossum Quartet junto a compañeros de antiguo, el pianista Xavi Torres, el contrabajista Marco Zenini y el baterista  Joan Terol con el que ha publicado el álbum Trampoline (Zennez Records, 2019) y para el que contó además con un amplio elenco de colaboradores en algunos de los temas, como el guitarrista Yishai Glick y el percusionista Frank Gayo, además del cuarteto de cuerdas Fuse —Julia Philippens (violín) Emma van der Schalie (violín) Adriaan Breunis (viola) y Mascha van Nieuwkerk (cello)— y un cuarteto de viento para su composición “After the Storm” —María Cristina González (flauta) Maripepa Contreras (oboe) Anton Jakimenko (clarinete) y Federico Calcagno (clarinete bajo)—. El álbum incluye 9 composicines originales —Trampoline / After the Storm / Tricycle / Thug Life / Just Before Dawn / Hope / Cowbell Jive / Tabarca / Captain Hindsight— a través de las que ha buscado indagar en una música de contrastes, intensa y a la par traviesa y alegre, ritmos rápidos cargados de groove como “Captain Hidsight” o arrebatadas baladas como “Tabarca”.

Dirige, compone y escribe arreglos para la celebrada BvR Flamenco Big Band, de la que además es intérprete. El proyecto busca redefinir los elementos del flamenco a través de la orquestación colorida y el rango dinámico de una big band, una simbiosis en la que las armonías y ritmos flamencos brindan un contexto fresco para la improvisación.

La banda integrada por músicos holandeses y españoles —Pablo Martínez, Miguel Ortega, Bruno Calvo, Xavi Torres o Joan Terol— ha contado con la colaboración de destacados músico flamencos, algunos colaboradores del guitarrista Paco de Lucía, como Carles Benavent, Antonio Serrano, David de Jacoba y bailaores y bailaoras flamencos como Karen Lugo, Cristina Hall e Irene Álvarez.

Con la formación Bernard ganó el concurso Meerjazz International Big Band en 2014, así como el premio al mejor solista y el premio Keep an Eye on Jazz “Records” en 2015. Fue seleccionado varias veces para el Arrangers Project de Amsterdam, escribiendo música para la reconocida Orquesta de Jazz del Concertgebouw.

Además de su presentación original, el concepto BvR Flamenco-Jazz se ha exportado internacionalmente a través de colaboraciones con otras big bands pioneras con proyectos en Ciudad de México, Londres, San Petersburgo, Barcelona, Euskadi y Andalucía.

La FvR Flamenco Big Band ha publicado dos álbumes, Jaleo Holandes (Amstel Records, 2014) y Luz de luna (2017) con excelente recepción crítica. Ambos incluyen composiciones y arreglos originales de Bernard van Rossum, de variada tensión rítmica y melódica donde jazz y flamenco se funden en un lenguaje vivaz y fresco. El primero incluye seis composiciones originales —A New Being; El último tango; El viajero; Camino sin ti; El caprichoso pincel y Acuarela; y el segundo seis —La gaviota; Luz de luna; El gladiador cobarde; Y tú ni siquiera lo sabes; Lejos de casa; Tras la tormenta— y Catedral para un ateo, obra del guitarrista Edsart Udo de Haes.

Activo educador de jazz, imparte diversas materias —arreglo, teoría, ensemble— en prestigiosos centros como el Conservatorium van Amsterdam o el Codarts Rotterdam (University of Arts), y ha ejercido como profesor invitado en diversos centros internacionales como Musikene (Euskadi), Conservatori Superior de l’Illes. Balears (Mallorca) y Universidad de las Artes y las Ciencias de Chiapas (México).

Además de escribir arreglos de su propia música, escribe para otras formaciones como Nederlands Blazers Ensemble o Ricciotti Ensemble. Y como sideman, su versatilidad lo que le permite participar en una gran diversidad de proyectos, entre otros,  Vuma Levin Quintet, Sam Newbould Quintet o Vernon Chatlein Group.

Sus composiciones y arreglos le han valido varios reconocimientos, el más reciente el primer premio en el Concurso de Composición Canarias Big Band 2021 por su pieza “Bulería cromática”.

Durante su estancia en Barcelona fue miembro fundador del grupo catalán Lunar Project, con el que publicó Supernova (New Mood Jazz, 2007), premiado por Enderock como mejor proyecto de jazz nuevo 2008.

Se ha presentado en numerosas salas y festivales internaciones, entre otros, North Sea Jazz, Bimhuis, Flamenco Biennale, Eurojazz México, Capetown Jazz Festival, Festival Internacional Jazz de San Javier, Ubud Jazz Festival Indonesia, Rotterdam International, Festival Internacional de Jazz de Alicante, Amersfoort Jazz, Grahamstown Jazz Festival, Jazz en Duketown y Xabia Jazz.

Numerosas críticas han elogiado tanto su labor al frente de la big band como su obra creativa:

«Esa noche escuché un nuevo territorio, composición moderna, innovadora y muy hábil». Kenny Werner.

«Sus atractivos composiciones y arreglos rebosan percepción y autenticidad». All About Jazz.

«Jaleo holandés es un disco verdaderamente brillante… dosis de sensibilidad y buen gusto». Jazz Tk. Revista digital de jazz.

«En resumen, Luz de Luna es un banquete opulento, que presenta las mejores características del flamenco y el jazz en un menú apetitoso». Jack Bowers, All About Jazz.

«Luz de Luna presenta una asombrosa diversidad de enfoques compositivos, así como un sonido igualmente sólido y reconocible». Jazzenzo. Jazz Magazine.

Más información: https://www.bernardvanrossum.com/

Track 02: Sonia Miranda (cante)

«Soy una sevillana de Isla Mayor (Sevilla) que desde muy pequeña sintió la llamada de la música y que, andando el tiempo, ha terminado por ser una verdadera apasionada del flamenco». Sonia Miranda.

Sonia Miranda (Isla Mayor, Sevilla, 1974). Vivir una infancia en las marismas, a las orillas del Guadalquivir, dejó una huella indeleble en una mujer que creció con una inclinación especial hacia la música. Esto, y su propio carácter, extremadamente tímido, la alejaron en principio del flamenco, pues hasta tal punto le rendía veneración y respeto que no se sentía capaz de cantarlo con la dignidad que ella creía indispensable hacerlo.

Almeriense de adopción, inició su andadura por los territorios del flamenco en 1998 de la mano de José el de la Tomasa y al cabo recibió diversas becas que la llevaron a la prestigiosa Fundación de Arte Flamenco Cristina Heeren, donde continuó su formación junto a destacados maestros como Naranjito de Triana y el propio José.

Transitando como tantos otros por el laberinto de los concursos, consiguió hacerse con numerosos y prestidiosos premios nacionales y desde hace tiempo, es presencia habitual en la geografía flamenca, cantando en las principales peñas flamencas nacionales y allende nuestras fronteras, destacando su participación en festivales internacionales como los de Nueva York, Berlín, Grenoble, Miami o Lille, entre otros, junto a artistas de reconocido prestigio como Rafael Campallo, Manuel Soler, últimamente acompañando a Miguel A. Cortes con su cante en la presentación que éste hizo de su álbum en Monterrey y El Saltillo (Méjico).

Su marcada personalidad musical caracterizada por la dulzura emocionante en el tratamiento del cante, la profundidad con la que aborda los palos, la belleza de su melisma flamenco y su largueza cantaora, son contundentes razones para alabar su constante progresión.

Sonia ha publicado a su nombre los álbumes Garabato (Pasarela, 2005) con el que recibió el premio de mejor disco de flamenco del portal Flamenco.com; Casita del panaero (Pasarela, 2012) y 9 Cantares (Autoedición, 2020), y ha colaborado con el guitarrista Tino van der Sman en Desatino flamenco (Trotamusic, 2004) y Tino (OFA, 2007), así como en los colectivos Abrotepronto (Anea Producciones, 2000), Cantes y cantaores de Triana (Delta Music, 2004), Homenaje a Naranjito de Triana (Bienal de Sevilla, 2006) y La mujer en el cante (Pasarela, 2006).

Más información en su web: https://www.soniamiranda.com/

Track 03: Francis Hernández (guitarra flamenca)

Francis Hernández (Almería, 1976). Guitarrista, compositor y profesor. Su actividad profesional abarca las tres facetas de la guitarra flamenca: acompañamiento al cante, al baile y guitarra solista.

Ha acompañado a artistas como India Martínez, Diana Navarro, Andrés Caparrós, Antonio Canales, Rancapino, Óscar Quero, Pepe Sorroche o a la joven Mar Hernández, entre otros.

Su experiencia internacional le ha llevado a actuar en países como Francia, Holanda, Italia, Suiza, Marruecos, Alemania, Irán o Estados Unidos.

Ha sido director musical de espectáculos y compañías como Tierra sin sombra, Memoria del agua, Made in Spain, De claveles, Silencio, Danza, A Lola, Reatales o Las 13 Rosas, entre otros.

Ha participado en diversas realizaciones discográficas, entre las que cabe destacar Cantes de Almería, De Andévalo hasta Gata, Memoria y luz, Locura, El Lunático, Vivir de nuevo, A los viejos Maestros, Casita el Panaero o Vivir del Verso.

Participó en diversas realizaciones cinematográficas, entre otras, la serie estadounidense Reina de espadas, los cortometrajes Almendro Plaza Nueva, El blues de los plásticos, La vida en la Chanca, así como varias grabaciones para spots publicitarios de distintas firmas. Y en solitario ha grabado para programas de televisión de cadenas nacionales e internacionales.

Se ha presentado en reputados festivales como el Festival Flamenco de Almería, Festival Caja Madrid, Festival Internacional del Cante de Las Minas de La Unión, Festival Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, La Nuit des Gitans (Toulouse, Francia), Festival por Taranto (Colegio San Juan Evangelista, Madrid), IV Festival de Cante Posada Flamenca de Tomelloso, Festival Internacional de Cine de Castilla La Mancha, entre otros.

Ha compartido cartel con artistas como José Mercé, Rancapino, Chano Lobato, Tomatito, Arcángel, Rafael Fais, Mayte Martín, Miguel Poveda, Miguel Ángel Cortés, El Cigala, José de la Tomasa, Moraíto Chico, Montse Cortés, Juana del Revuelo, El Polaco, Carmen Linares, Ramón El Portugués, Enrique de Melchor o Manolo Franco.

En la actualidad ejerce la docencia como profesor, guitarrista acompañante en la especialidad de baile flamenco en el Conservatorio Profesional de Danza de Almería, y con anterioridad en el Conservatorio Profesional de Danza de Málaga.

Además produce espectáculos de flamenco como director musical e imparte máster de flamenco para la Universidad de Almería.

Track 04: Carlos Cortés (percusión flamenca)

Carlos Cortés (Cádiz, 1983), percusionista, avezado guitarrista y multinstrumentista, inició su formación a edad temprana en el Conservatorio de Música de Cádiz con el clarinete como instrumento principal. Después la guitarra y la armonía fueron su fuente de inspiración musical durante el tiempo que vivió en Londres y Estados Unidos. Asentado en Barcelona se licenció en la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña) tras haber pasado por diversas escuelas como The Powerhouse (Londres) o el Taller de Mùsics (Barcelona). Completó su formación con estancias de investigación musical en Cuba, Senegal, Andalucía y Marruecos.

A lo largo de este periodo viajero y musical profundizó en el ritmo estudiando diversos folclores o músicas de raíz —flamenco, jazz, latino y africano, entre otros— en empático contacto con numerosos músicos de una gran diversidad de culturas y lenguajes musicales.

Ligado fuertemente a la tradición flamenca, su actividad musical tiene que ver tanto con la innovación como con la recuperación de antiguas fuentes musicales.

Ha colaborado con grandes figuras de ámbitos como el flamenco, el jazz y la música moderna. Entre ellas, cabe mencionar nombres como Duquende, Enrique Oliver, Jorge Rossy, Ernesto Aurignac, Luis Balaguer, Mario Mas, Ferran Savall, Jaume Llombart, Feliu Gasull, Javier Mas, Bori Albero, Aleix Tobías, Guillem Aguilar, Silvia Pérez Cruz, Pedro Cortejosa, Julián Sánchez, Javier Galiana & Spice Berberechos, Las Migas, Eladio Reinón Quintet, Son 3, entre un amplio abanico.

Dos objetivos esenciales son el oriente de tan polivalente músico. Uno, la docencia y creatividad pedagógica como vehículo de transmisión de su amplia y variada formación musical. El otro, la investigación musical, campo en el que se desenvuelve con el bagaje de un lenguaje ecléctico para crear nuevos lenguajes que transmitan sentimientos de la misma jondura que los antiguos.

Tras su participación en dos singulares proyectos discográficos, Otras músicas —junto al saxofonista Tete Leal, el pianista Alfonso Aroca, el bajista Paco Weth y el baterista Dani Domínguez— y Nuevos puertos —con Tete Leal, el pianista Daniel Amat, el bajista Joan Masana y de nuevo Dani Domínguez a la batería—, recién debuta como líder con el álbum Vínculos (La Mar Sonora, 2021) para el que contó con Fernando Brox (flauta y trombón), Carlos Fernández (laúd, cuatro cubano y voz) y el percusionista Fernando Maya. Composiciones propias, algunas con claras influencias del jazz y del flamenco, otras mucho más personales —Catarsis, Puente de Cádiz, Cimientos, Paseíllo andaluz, Toques de vuelta e ida, Assilah blues e Inner Peace—. Un trabajo considerado de mestizaje de flamenco y jazz con vocación de modernidad y convivencia entre la búsqueda creativa y la ortodoxia.

Track 05: Clasijazz Big Band Profesional [Medley]

Una big band es una suerte de medley sonora unísona, pero múltiple, una veintena de remeros que lleva la nave al buen puerto de la creación musical.

Intérpretes excelentes y versátiles que se enfrentan a repertorios diversos y complejos y que ya de por sí merecen capítulo aparte.

Estamos trabajando en ello, ja!, y en un futuro cercano aparecerá en una entrega única e inmensa, tan grande como su esfuerzo y dedicación merecen.

© José Santiago Lardón ‘Santi’ (Marzo, 2021)

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