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FOME DE RITMO. Alegrías brasileiras


José Santiago Lardón 'Santi' - 2 julio, 2016 - 0 comments

Fome de ritmo 2

«Quando transmites o calor de tuas măos / Por meu corpo que te espera / Me deixas louca». Elis Regina, Me deixas louca.

Bocados de samba, cançao, choro, bossa nova o de la llamada Música Popular Brasileña (MPB). Esos son los ingredientes que se encuentran en la base de inspiración de la que se alimenta la recién nacida banda musical Fome de Ritmo (Hambre de Ritmo)

La pasión por esta música de lejanas latitudes pero cercana al corazón del que interpreta y escucha es el punto de confluencia de sus tres componentes: Ruth Becerro en la voz, Liborio López en la guitarra y Pedro Dedinho con el bajo y las percusiones.

Con esas premisas musicales construyen un repertorio ecléctico y versátil donde pueden encontrarse temas pertenecientes a la bossa más clásica y ortodoxa de Tom Jobim o de Vinicius de Moraes así como canciones más ligadas a la producción musical de los últimos años en Brasil y que se encuadra en lo que se conoce como música popular.

En ese sentido, el grupo realiza un paseo por composiciones de autores tan emblemáticos y tradicionales como el famoso creador de choros y sambas Nelson Cavaquinho, el sambista Arlindo Cruz o el guitarrista y compositor de rock indie Marcelo Camelo. Casi todos ellos cantan al amor o al desamor y también a las bondades de ese país extenso y multidimensional que es Brasil.

Los tres componentes de Fome de Ritmo son miembros habituales del panorama musical almeriense de hoy, aunque cada uno de ellos aporta los elementos de su propio bagaje artístico a este especial proyecto. En el caso de la cantante, tras varios años de formación vocal y el paso por algunas agrupaciones musicales de la zona, Ruth Becerro no ha dudado en especializarse en la interpretación de música brasileña, estilo que lleva practicando desde hace algunos años y con el que puede dar rienda suelta a su gran pasión por los sonidos que llegan de ese país.

Por su parte, el guitarrista Liborio López, musicólogo y docente activo de esta disciplina, lleva ya a sus espaldas un recorrido extenso y fecundo por distintas formaciones de la provincia con las que ha viajado y viaja por el rock, el blues, el swing o el be bop, entre otros estilos.

Llegado directamente de Florianópolis (Brasil), Pedro Dedinho —el único brasileño del grupo— lleva ya unos dos años en Almería dando ese particular toque, producto tanto de sus estudios musicales en la universidad como de su participación en bandas de su país, a las melodías brasileiras que se interpretan por estos lares. Se encarga del tamborim, los bongos y el pandeiro, así como del bajo eléctrico.

La formación —que inició su andadura en mayo de 2015— cuenta en su haber con un intenso recorrido, realizando un largo periplo por lugares de la geografía provincial como La Teteria de la Almedina (Almería), Castillo de Guardias Viejas (El Ejido), Las Negras, Mojácar, Camping de La Garrofa…

Su repertorio es un claro espejo donde se miran todos esos géneros que configuran la llamada Música Popular Brasileña, integrado por temas como “Garota de Ipanema”, “Chove Chuva”, “Me deixas louca”, “Desafinado”, “Samba de uma nota”, “Casa Pre-frabricada”, “Influencia do jazz”, “Algo contigo” o “Que maravilha”.

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Del boom de la bossa nova a la música popular brasileña

«La bossa nova cogió su barquito y su guitarra y salió sin hacer ruido». Ray Castro, Bossa Nova. La historia y las historias

El alcance de la bossa nova

La revolución que provocó en la música brasileña la aparición en 1958 de Chega de Saudade de João Gilberto, así como las creaciones de Tom Jobim o Vinicius de Moraes fue de tal alcance que modificó muchas de sus bases y estructuras a modo de onda expansiva que se extendió y absorbió influencias y contaminó a otras músicas, entre otras, al jazz, dando origen a nuevos estilos como el llamado jazz samba.

Desde entonces no hay cantante ni orquesta norteamericano de la época clásica que no haya grabado bossa nova, en una casi infinita nómina que incluiría, entre otros, a Tony Bennett, Nat King Cole, Billy Eckstine, Johnny Hartman, Mel Tormé, Frank Sinatra, Blossom Marie, Ella Fitzgerald, Peggy Lee, Julie London, Camen McRae, Helen Merrill, Anita O’Day, Sarah Vaughan, Oscar Peterson, Dizzy Gillespie, Coleman Hawkins, Earl Hines, Duke Ellington… Pero también a cantantes de hoy como Diana Krall, Kristin Korg, Laura Fygi, incluidos Eric Clapton o Sting.

Pero además, como es lógico, supuso un revulsivo para la música popular de aquel país que abrazaron la cosa nueva como Oscar Castro, Eumir Deodato, Sérgio Mendez, Flora Purim, la propia Astrud Gilberto entre otros muchos.

La música popular brasileña

La musica brasileña es un vivo reflejo de su diversidad cultural donde laten en creativo mestizaje ritmos afrícanos, tradiciones musicales europeas y estilos indígenas, que se fue gestando a lo largo del devenir histórico desde la época colonial, configurando un panorama musical de los más significativos del mundo. Un mestizaje que originó un amplio abánico de ritmos que hoy día conviven junto a la samba y la bossa nova —ya célebres en medio mundo— como, por ejemplo, brega, choro, forró, ciranda, zouk, gauchos, arroxa, o baião.

A todo este cúmulo de  ritmos se le conoce como Música Popular Brasileña (MPB), que surge y cobra auge cuando la bossa nova —género renovador de la música brasileira surgido a mediados de la década de 1950 bajo las influencias del jazz norteamericano— inició su declive.

Así, desde inicios de la década de 1960 la bossa nova sufriría transformaciones de alcance de mano de una nueva generación de compositores, y fue precisamente Arrastão, el que marcó el fin de la bossa nova y el punto de partida de la denominada MPB, seminal tema de Vinicius de Moraes —precursor en su día de la nueva cosa— y de Edu Lobo, por entonces músico novel integrado en la ola renovadora del movimiento, caracterizado fundamentalmente por sus dejes nacionalistas y por un reacercamiento a la samba tradicional.

Arrastão fue defendida en 1965 por Elis Regina en el I Festival de Música Popular Brasileira. Desde entonces surgieron nuevos artistas, hijos de la bossa nova, como Geraldo Vandré, Taiguara, Edu Lobo o Chico Buarque de Holanda, frecuentes en festivales de música popular, pero que ya tenían poco o casi nada de bossa nova.

Vencedoras en el II Festival de Música Popular Brasileira, (São Paulo, 1966), Disparada, de Geraldo, y A Banda, de Chico, pueden ser consideradas marcos de esta ruptura y mutación de la bossa en MPB.

Era el inicio del nuevo género —la MPB—, de carácter difuso y que abarca diversas tendencias de la música brasileña durante las siguientes décadas. La música popular brasileña, que echó a andar con un perfil de fuerte acento nacionalista, fue cambiando e incorporando elementos de procedencias varias con mezclas de diversos géneros musicales. Diversidad y mixtura que no tardó en ser asumida e incluso aclamada, y que constituye una de las cualidades primigenias de este género musical.

Los primeros intérpretes de la MPB tomaron prestados elementos de la bossa nova y, a menudo, se basaban en una poco velada crítica a la injusticia social y a la represión gubernamental, encontrándose en progresiva oposición a la escena política caracterizada por la dictadura militar, la concentración de la propiedad de la tierra y el imperialismo. Una variación dentro de la MPB, efímera pero influyente, fue el movimiento artístico conocido como Tropicália.

Y como andando se hace el camino, y toda música es un constante caminar con rumbo al futuro pero con un pie asentado en la tradición y el otro en el momento presente, la nueva corriente absorbió todo cuanto le rodeaba, no siendo ajena, como no lo fue al jazz en su momento, al rock o a muchas melodías del naciente pop.

Referencias bibliográficas

  • Castro, Ruy, Bossa Nova. La historia y las historias (Madrid, Turner, 2008).
  • Castro, Ruy, Bossa Nova. La historia y las historias (Madrid, Turner, 2008)
  • Chediak, Nat, Diccionario del jazz latino (Madrid, Fundación Autor, SGAE, 1998).

Nota bene

En octubre de 2015 Fome de Ritmo se presentó en esta sala, desde entonces han recorrido infinidad de escenarios y locales, repartiendo con suma generosidad ese lujo gozoso que es la música y, oficio manda, ganándose la hogaza diaria. El texto del programa que tiene en sus manos es practicamente el mismo, corregidas algunas terribles erratas —“el polvo de las redacciones”, dijo alguien—. Quise saber las impresiones que su largo vagabundeo dejó en sus espíritus y recurrí a Ruth Becerro, quien con la afabilidad que la distigue escribió el texto que sigue.

Texto de Ruth Becerro

Fome de ritmo

Quizás la bossa nova fue la excusa —¡menuda excusa!— para empezar a bucear en el fecundo universo musical que envuelve a ese país de países que es Brasil. Y quizás por eso las virtuosas síncopas entonadas y tocadas por Joao Gilberto o las magistrales armonías paridas por Jobim son sólo el paso previo -¡menudo paso!- para descubrir a otros autores, herederos muchos de los genios bossanoveros o al menos admiradores a cierta distancia.

Fome de Ritmo nace con esa vocación miscelánea, impregnado de mujeres de Ipanema, de cristos sobre el monte Corcovado, de stop a la tristeza o de patos, gansos y cisnes que cacarean en la laguna intentando sambar sin éxito. Y amén del jazz que está contenido en este vasto concepto musical, Liborio, Pedro y Ruth —componentes de esta formación— han querido salpicar sus ejecuciones de más música popular brasileña. La que siguen creando los músicos posteriores en el tiempo a la bossa nova y también aquellos otros genios que ya estaban sentando las bases, apuntando alto, muchos años antes.

Y así tratan de llenar de emoción —la que sienten cuando interpretan y reconocen sus cadencias, sus guiños armónicos, sus marcados e inconfundibles ritmos— los temas que poco a poco se han ido incorporando al repertorio para ir creciendo, engordando en pasión por ejecutarlos, creando vínculos profundos con esas piezas-joyas que salen de la hermosa factoría musical con la que Brasil cuenta.

Entre los nombres que están detrás y delante de estas canciones se puede encontrar a Caetano Veloso y su pequeño felino, las maravillas de Jorge Benjor, la luz negra de Nelson Cavaquinho, la cercanía de una casa prefabricada hecha por Marcelo Camelo o incluso la intensidad de un bolero de Armando Manzanero, entre otros muchos.

La ejecución viene determinada por la discreta y elegante impronta de las manos de Liborio López en las cuerdas de su guitarra, que se adaptan perfectamentea los requerimientos vocales de Ruth Becerro, cuando su voz está al servicio de un samba tradicional o se deleita con la emoción del bolero, incluso en lengua portuguesa, dejándose llevar bien por el patrón rítmico y vivaz del bajo de Pedro Dedinho, bien por el toque mágico y fresco de su pandeiro, sello indiscutible de este estilo.

Todo esto lo han hilvanado, cosido y remendado por distintos escenarios de la provincia almeriense e incluso de otras más lejanas de la geografía española, en lugares emblemáticos para la música como la Asociación Indaliana de Jazz, Clasijazz, La Guajira, el teatro Francisco Villaespesa de Sorbas y otros cientos de recintos de menor tamaño pero igual acogida.- (Almería, junio de 2016).

Fome de Ritmo. Ruth Becerro (voz) Liborio López (guitarra) Pedro Dedinho (percusión, bajo eléctrico). Clasijazz. Festival de bossa nova, 2 de julio de 2016.

©José A. Santiago Lardón ‘Santi’ (1 de julio de 2016).

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