Texto in mood boutade del tríptico no venal (¡de balde!) repartido con motivo del Día del Libro 2015
Liner notes
Que el jazz en su ya siglo de aliento ha ejercido una proteica influencia en las artes es una obviedad en la que no merece la pena detenerse. Su carácter fagocitador —gustaba decir a Cifu— fue, es y será parte de su esencia bastarda, lo que le augura prometedor futuro por carecer de prejuicio para mezclarse, incluso rebajarse, con ese submundo donde yacen condenadas otras culturas bajo el veredicto de ciertos cenáculos del oficialismo cultural.
Ha sido fuente de inspiración y de influencia, y viceversa, para la plástica, el cine, otros universos musicales o la literatura. En este campo, que es lo que ahora se festeja, ha dado origen a una vasta producción que abarca a todos los llamados géneros: poesía, teatro, novela, ensayo, biografía e incluso creado uno propio, la crítica de jazz. De la poética valga citar Poeta en Nueva York de Federico García Lorca o Mexico City Blues de Jack Kerouac, pero sin olvidar a Pedro Salinas, Luis Cernuda, Gabriel Celaya, Ángel González, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, Jaime Gil de Biedma, José Mª Fonollosa, José María Álvarez, Joan Margarit, Pere Gimferrer, Luis Alberto de Cuenca, José Mª Álvarez o Félix Grande. Y nutrida es la nómina de autores cuya obra narrativa ha circundado el jazz: Kerouac, Scott Fitzgerald, Herman Hesse, Paul Morand, Dorothy Baker, Joseph Svorecky, Julio Cortázar, Boris Vian, Antonio Muñoz Molina, Tony Morrison, incluyendo a sicarios de la novela negra como Chester Himes, Malcolm Braly o Paul Jeffers, y profusa es la relación de ensayistas y críticos como Leonard Feather, Hughes Pannássie, Nat Hentoff, Leroy Jones, Martin Williams, Joachim E. Berendt, Frank Tirro o Ted Gioia, a cuya obra cabría sumar las reflexiones, memorias o retazos vitales de intérpretes como Billie Holiday (Lady Sing the Blues), Sidney Bechet (Treat It Gentle: An Autography), Miles Davis (Miles: la autobiografia), Charles Mingus (Menos que un perro), Chet Baker (Como si tuviera alas), Wynton Marsalis (El jazz en el agridulce blues de la vida), Art Pepper (Una vida ejemplar), Louis Armstrong (Mi vida en New Orleans) o Duke Ellington (La música es mi amante) entre otros tantos.
Ahora, en pleno aluvión de efemérides cervantina y a modo de provocación, les propongo estos fragmentos de narrativa y poesía, que hubiese preferido los cervantinos que seguro maestro Miguel hubiese escrito si entonces el jazz hubiera existido o hubiese tenido noticias de lo que hervía en la mente de algún negro visionario perdido en el oscuro corazón de las tinieblas africanas, aunque sí que dejó dicho que “la música es siempre indicio de regocijo y fiestas… y donde hay música no puede haber cosa mala, amigo Sancho” (Quijote).
Y cómo hablar de literatura y de jazz es hacerlo de libertad me permito imaginar a don Alonso Quijano y a Sancho Panza trocados en el libertario Eric Dolphy y en el socarrón pianista Fats Waller—tan opuestos y, quizá por eso, tan afines a la labia— nómadas empedernidos perdidos por la ancha Castilla en busca de posada donde tocar, o de la ventura de una jam session reparadora con la primera cuerda de galeotes que les saliese al paso.
Y nómada de esa misma guisa es Gianni Gagliardi quien en compañía de su cuadrilla viene esta noche a presentarnos una obra que no podía tener título más adecuado que Nomadic Nature.
Ardua y doliente ha sido la tarea de seleccionar los cortes de este álbum, así que tomé por el camino de en medio que es el del mero capricho sin que ello suponga olvido, menosprecio ni demérito de la turbamulta de autores que siquiera en un breve renglón hicieron alusión a tan rico universo, sino magra economía y falta de espacio.
Dichosa concurrencia de dos mundos que se encuentran, miran, abrazan, funden y fornican, cuyo recuento sería infinito. Así que desde ya anunciamos que mientras no falten fuerzas, ilusión y ganas y la vida acompañe, editaremos en años venideros sucesivos volúmenes, para celebrar el que debiera ser día más importante —debieran ser los 364 ¼ del año— porque leer no hace daño, alimenta, y es puro gozo.
Lamento que, como siempre, las prisas a lo White Rabbit y el redomado vicio de la improvisación tan afín al jazz y al duro oficio de escribidor, sólo haya alcanzado para este desolado folio apaisado, a tres columnas y en blanco y negro. Si todo fuera como debiera, o sea bien, prometo idear un artilugio donde con solo hurgar un link brote el fulgor de una secuencia, la calidez de una voz recitadora y las alegrías de una musiquilla de fondo. Imaginar es gratis, pero el negro presagio de los índices de lectura hienden el ánimo como fiero tajo. Corran sin demora, busquen un libro, pónganse cómodos, pulsen play y sueñen. La flor mejor dejarla vivir.
Cara A: Narrativa
Track 01. Julio Cortázar, Rayuela.

Track 02: Antonio Muñoz Molina, El invierno en Lisboa

Track 03: Ramón Gómez de la Serna, Ismos

Track 04: Charlotte Carter, El dulce veneno del jazz

Track 05: Rafi Zabor, El oso llega a casa (The Bear Comes Home)

Cara B: Poesía
Track 06: Félix Grande: Por los barrios del mundo viene sonando un lento saxofón
«De Charlie Parker a Edith Piaf
un diluvio de negro spirituals
y de blanco spirituals llueve
sobre la civilización;
llueve piaf, llueve parker, llueven
Manolo Caracol, Louis Armstrong,
Discépolo, John Coltrane, Billie Holliday
(…)
Llueve toda la tarde, llueve
toda la noche: y tras la ventana
en que repiquetea la lluvia
ese diluvio es observado
por un blanco o un negro
mientras suena un saxofón
y llueve»
[largo poema integrado en Blanco Spirituals,1966]Track 07: Ángel González: La trompeta (Louis Armstrong)
«¡Qué hermoso era el sonido de la trompeta
cuando el músico contuvo el aliento
y el aire de todo el universo entró por aquel tubo
ya libre de obstáculos!
Qué bello resultaba el estremecimiento
producido por el roce
de los huracanes contra el metal,
de los cálidos
vientos del Sur, y luego del helado
austral que dio la vuelta al mundo».
Track 08: José María Fonollosa, West 52nd Street
«El jazz se está muriendo. Agonizante
de lecciones, mientras los siniestros
grupos de blancos buitres le rodean
y hunden su pico en una carne aún viva
(…)
Se nos está muriendo el jazz, la música
despreciada y amada. Humana. Mágica.
El oscuro milagro de este siglo.
La gran creación del negro de Norteamérica».
Track 09: Joan Margarit, Lover Man
«El saxo acompañado por la batería
posee la dureza de una música
que muere al alba, cuando se retira
como una afectuosa prostituta.
Baudelaire escuchó la melodía
de Parker en su amante piel sepia.
De la belleza forma parte el mal.
Por eso Parker deja en esta pieza
que el saxo continúe tras la sombra
de una mujer que baila con los ojos cerrados
y abrazándose a nadie en la tiniebla».
Track 10: Alexis Díaz Pimienta: Muertos de risa [sobre Charlie Paker]
«Charlie Parker se sienta frente al televisor y ríe.
No le hace caso a su saxo ni a su vieja anfitriona,
la baronesa Nica. (…)
Charlie Parker bebe café en La Habana
mientras Casals ingresa en un psiquiátrico
para perfeccionar su deterioro.
Son como niños grandes.
Ambos han sido espectadores de la cara de Dios
y no han podido contener la risa».
Bonus Track: Jean-Paul Sartre, Náusea

*Referencias: textos de los autores reseñados —fácil de encontrar en cualquier librería, biblioteca, préstamo interbibliotecario—, revista literaria Litoral, La poesía del jazz, fragmentos del programa radiofónico Perdidos por el jazz (Joaquín Segura, José A. Santiago Lardón, Chipo Martínez, 2003-2008, Cadena Ser, Almería), José A. Santiago Lardón, Las fronteras del jazz: un recorrido por sus límites (Buxía: arte y pensamiento, 2005).
*Old Impressions: edición digital programas de mano y otros textos publicados solo en papel. El texto es el original, solo corregido y con adicción de imágenes.
© José Santiago Lardón Santi (23 de abril de 2015)
Liner notes



