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«Jazz leído con molto gusto sin esfuerzo ni pentagrama». Día internacional del libro 2015


José Santiago Lardón 'Santi' - 14 diciembre, 2022 - 0 comments

Texto in mood boutade del tríptico no venal (¡de balde!) repartido con motivo del Día del Libro 2015

Liner notes

Que el jazz en su ya siglo de aliento ha ejercido una proteica influencia en las artes es una obviedad en la que no merece la pena detenerse. Su carácter fagocitador —gustaba decir a Cifu— fue, es y será parte de su esencia bastarda, lo que le augura prometedor futuro por carecer de prejuicio para mezclarse, incluso rebajarse, con ese submundo donde yacen condenadas otras culturas bajo el veredicto de ciertos cenáculos del oficialismo cultural.

Ha sido fuente de inspiración y de influencia, y viceversa, para la plástica, el cine, otros universos musicales o la literatura. En este campo, que es lo que ahora se festeja, ha dado origen a una vasta producción que abarca a todos los llamados géneros: poesía, teatro, novela, ensayo, biografía e incluso creado uno propio, la crítica de jazz. De la poética valga citar Poeta en Nueva York de Federico García Lorca o Mexico City Blues de Jack Kerouac, pero sin olvidar a Pedro Salinas, Luis Cernuda, Gabriel Celaya, Ángel González, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, Jaime Gil de Biedma, José Mª Fonollosa, José María Álvarez, Joan Margarit, Pere Gimferrer, Luis Alberto de Cuenca, José Mª Álvarez o Félix Grande. Y nutrida es la nómina de autores cuya obra narrativa ha circundado el jazz: Kerouac, Scott Fitzgerald, Herman Hesse, Paul Morand, Dorothy Baker, Joseph Svorecky, Julio Cortázar, Boris Vian, Antonio Muñoz Molina, Tony Morrison, incluyendo a sicarios de la novela negra como Chester Himes, Malcolm Braly o Paul Jeffers, y profusa es la relación de ensayistas y críticos como Leonard Feather, Hughes Pannássie, Nat Hentoff, Leroy Jones, Martin Williams, Joachim E. Berendt, Frank Tirro o Ted Gioia, a cuya obra cabría sumar las reflexiones, memorias o retazos vitales de intérpretes como Billie Holiday (Lady Sing the Blues), Sidney Bechet (Treat It Gentle: An Autography), Miles Davis (Miles: la autobiografia), Charles Mingus (Menos que un perro), Chet Baker (Como si tuviera alas), Wynton Marsalis (El jazz en el agridulce blues de la vida), Art Pepper (Una vida ejemplar), Louis Armstrong (Mi vida en New Orleans) o Duke Ellington (La música es mi amante) entre otros tantos.

Ahora, en pleno aluvión de efemérides cervantina y a modo de provocación, les propongo estos fragmentos de narrativa y poesía, que hubiese preferido los cervantinos que seguro maestro Miguel hubiese escrito si entonces el jazz hubiera existido o hubiese tenido noticias de lo que hervía en la mente de algún negro visionario perdido en el oscuro corazón de las tinieblas africanas, aunque sí que dejó dicho que “la música es siempre indicio de regocijo y fiestas… y donde hay música no puede haber cosa mala, amigo Sancho” (Quijote).

Y cómo hablar de literatura y de jazz es hacerlo de libertad me permito imaginar a don Alonso Quijano y a Sancho Panza trocados en el libertario Eric Dolphy y en el socarrón pianista Fats Waller—tan opuestos y, quizá por eso, tan afines a la labia— nómadas empedernidos perdidos por la ancha Castilla en busca de posada donde tocar, o de la ventura de una jam session reparadora con la primera cuerda de galeotes que les saliese al paso.

Y nómada de esa misma guisa es Gianni Gagliardi quien en compañía de su cuadrilla viene esta noche a presentarnos una obra que no podía tener título más adecuado que Nomadic Nature.

Ardua y doliente ha sido la tarea de seleccionar los cortes de este álbum, así que tomé por el camino de en medio que es el del mero capricho sin que ello suponga olvido, menosprecio ni demérito de la turbamulta de autores que siquiera en un breve renglón hicieron alusión a tan rico universo, sino magra economía y falta de espacio.

Dichosa concurrencia de dos mundos que se encuentran, miran, abrazan, funden y fornican, cuyo recuento sería infinito. Así que desde ya anunciamos que mientras no falten fuerzas, ilusión y ganas y la vida acompañe, editaremos en años venideros sucesivos volúmenes, para celebrar el que debiera ser día más importante —debieran ser los 364 ¼ del año— porque leer no hace daño, alimenta, y es puro gozo.

Lamento que, como siempre, las prisas a lo White Rabbit y el redomado vicio de la improvisación tan afín al jazz y al duro oficio de escribidor, sólo haya alcanzado para este desolado folio apaisado, a tres columnas y en blanco y negro. Si todo fuera como debiera, o sea bien, prometo idear un artilugio donde con solo hurgar un link brote el fulgor de una secuencia, la calidez de una voz recitadora y las alegrías de una musiquilla de fondo. Imaginar es gratis, pero el negro presagio de los índices de lectura hienden el ánimo como fiero tajo. Corran sin demora, busquen un libro, pónganse cómodos, pulsen play y sueñen. La flor mejor dejarla vivir.

Cara A: Narrativa

Track 01. Julio Cortázar, Rayuela.

«… y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaadunas, algo que eorre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Per.pignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de la ubicuidad que le ha prestado el Señor… en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al floclore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizás había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizá había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizás había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético y moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime o la primera frase de un blues, etc., etc».

Track 02: Antonio Muñoz Molina, El invierno en Lisboa

«Yo estaba sentado en la barra, de espaldas a los músicos, y cuando oí que el piano insinuaba muy lentamente las notas de una canción cuyo título no supe reeordar, tuve un brusco presentimiento de algo, tal vez la abstracta sensación de pasado que algunas veces he percibido en la música, y cuando me volví aún no sabía que lo que estaba reeonociendo era una noche perdida en el Lady Bird… El piano dejó de oírse, retirándose tras el sonido del bajo y de la batería, y entonces, al recorrer sin propósito las caras de los bebedores y los músicos, tan vagas como el humo, vi el perfil de Biralbo, que tocaba con los ojos entornados y un cigarrillo en los labios».

Track 03: Ramón Gómez de la Serna, Ismos

«¿Fecha de nacimiento del jazz? ¿Qué importa el origen, si se ha adatptado a la época y ha roto la enervadora música de los halagos mústios? … El intento del jazz es el de sacar el mundo a la supercie. Las otras músicas tienen un sentido más recóndito… La música de jazz pone en circulación, hace bailar a las palmeras, despierta el apetito del ja-ma-la-y-a y nos lanza sobre el gran sandwich de la realidad… El pito del jazz no es un pito cualesquiera, ni de verbena, ni pito tranviario, es el que sirve nada menos que para unir dos mares y que se abracen como dos inmensas morsas… El jazz ha inventado también una voz humana, que es la que resuena en el bosque y con la que parece que nos llama cuando en verdad es voz de pájaro y de viento en las flautas vivas de los cañaverales… El jazz es una orquesta para las grandes cataratas, para las grandes selvas del silencio, cuyos músicos no conocían el papel pautado ni las notas, y de ahí el desorden y la desmesura que reina en cada partitura”.

Track 04: Charlotte Carter, El dulce veneno del jazz

«Cualquier negro te lo dirá si se lo preguntas: las mujeres no tocan el saxo. Yo soy la exepción. En fin, decir que toco el saxo es un poco exagerado. Me defiendo bastante bien con temas como Stars Fell on Alabama y Night and Day pese a no tener estudios formales de saxofón […] Y es que tengo el don natural de la musicalidad, no digo que tenga talento, eso no, sencillamente soy musical […] Mi padre pensó que quizá fuera una auténtica heredera del largo linaje de genios negros de la música. ¿Qué podía hacr sino dedicarme en cuerpo y alma a la música?… Me moría mo escuchar Body and Soul. Escharla nada más, tocarla no estaba a mi alcance y lo sabía. Si continuaba practicando llegaría el día en que podría hacer una imitación pasable de las frases hecha de Ben Webster… Y no es que Webster, un múscio fabuloso, fuera el único residente de mi Olimpo particular. Allí están Parker y Rollins… en fin, la lista es interminable. Soy partidaria de tener un Olimpo muy poblado. Ahora bien, si hablamos del piano, Monk es mi único ídolo. Ese genio extravagante con aire de sabio despistado, ese chiflado que se las arreglaba para trastocarlo todo. Lo adoro. Y al maravilloso y malhadado Clifford Brown, con su trompeta mágica, y al diablo de Miles, y …». Capítulo 1: “I Mean You”.

Track 05: Rafi Zabor, El oso llega a casa (The Bear Comes Home)

«Chelsea Bridge le mostró cuánto tenía trabajo le faltaba por hacer. Aunque sabía cómo moverse por los pasillos de la armonía moderna, en el fondo el Oso siempre había sido un músico melódico al que le gustaba que su material armónico fuera lo bastante sencillo como para librarse de él cuando quisiera. Le gustaba tener la posibilidad de acceder a un campo abierto. Siempre se había visto a sí mismo a medio camino entre Jackie McLean y Ornette Coleman. Su tono de rudeza le aproximaban a Jackie (pese a que nunca había llegado a emplear el agridulce bemol aumentado que caracterizaba a éste), mientras que su sensación de abandono y su libertad de elección lo acercaban a Ornette […] En ocasiones se apoderaba de él una furia contra todo lo que no fuera lo Absoluto, y entonces su música gritaba en su búsqueda con un amor que deía de parecerse al de Coltrane».

Cara B: Poesía

Track 06: Félix Grande: Por los barrios del mundo viene sonando un lento saxofón

«De Charlie Parker a Edith Piaf

un diluvio de negro spirituals

y de blanco spirituals llueve

sobre la civilización;

llueve piaf, llueve parker, llueven

Manolo Caracol, Louis Armstrong,

Discépolo, John Coltrane, Billie Holliday

(…)

Llueve toda la tarde, llueve

toda la noche: y tras la ventana

en que repiquetea la lluvia

ese diluvio es observado

por un blanco o un negro

mientras suena un saxofón

y llueve»

[largo poema integrado en Blanco Spirituals,1966]

Track 07: Ángel González: La trompeta (Louis Armstrong)

«¡Qué hermoso era el sonido de la trompeta

cuando el músico contuvo el aliento

y el aire de todo el universo entró por aquel tubo

ya libre de obstáculos!

Qué bello resultaba el estremecimiento

producido por el roce

de los huracanes contra el metal,

de los cálidos

vientos del Sur, y luego del helado

austral que dio la vuelta al mundo».

Track 08: José María Fonollosa, West 52nd Street

«El jazz se está muriendo. Agonizante

de lecciones, mientras los siniestros

grupos de blancos buitres le rodean

y hunden su pico en una carne aún viva

(…)

Se nos está muriendo el jazz, la música

despreciada y amada. Humana. Mágica.

El oscuro milagro de este siglo.

La gran creación del negro de Norteamérica».

Track 09: Joan Margarit, Lover Man

«El saxo acompañado por la batería

posee la dureza de una música

que muere al alba, cuando se retira

como una afectuosa prostituta.

Baudelaire escuchó la melodía

de Parker en su amante piel sepia.

De la belleza forma parte el mal.

Por eso Parker deja en esta pieza

que el saxo continúe tras la sombra

de una mujer que baila con los ojos cerrados

y abrazándose a nadie en la tiniebla».

Track 10: Alexis Díaz Pimienta: Muertos de risa [sobre Charlie Paker]

«Charlie Parker se sienta frente al televisor y ríe.

No le hace caso a su saxo ni a su vieja anfitriona,

la baronesa Nica. (…)

Charlie Parker bebe café en La Habana

mientras Casals ingresa en un psiquiátrico

para perfeccionar su deterioro.

Son como niños grandes.

Ambos han sido espectadores de la cara de Dios

y no han podido contener la risa».

Bonus Track: Jean-Paul Sartre, Náusea

«En este momento suena jazz: no hay melodía, solo notas, una miríada de diminutas sacudidas. No conocen el descanso; un orden inflexible las origina y destruye sin darles tiempo de recuperarse y de existir por sí mismas. Corren, se precipitan, me dan un fuerte puñetazo al pasar y se extinguen. Me gustaría retenerlas, pero sé que si pudiera parar a una, lo que me quedaría entre los dedos sería sólo un sonido bribón y extenudado. Debo aceptar su muerte; debo incluso desearla. Conozco pocas impresiones más  fuertes o más crudas».

*Referencias: textos de los autores reseñados —fácil de encontrar en cualquier librería, biblioteca, préstamo interbibliotecario—, revista literaria Litoral, La poesía del jazz, fragmentos del programa radiofónico Perdidos por el jazz  (Joaquín Segura, José A. Santiago Lardón, Chipo Martínez, 2003-2008, Cadena Ser, Almería), José A. Santiago Lardón, Las fronteras del jazz: un recorrido por sus límites (Buxía: arte y pensamiento, 2005).

*Old Impressions: edición digital programas de mano y otros textos publicados solo en papel. El texto es el original, solo corregido y con adicción de imágenes.

© José Santiago Lardón Santi (23 de abril de 2015)

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