Brotolling Quartet. Pilar Romero (flauta) Maite Palomo (piano) Ginés Peregrin (contrabajo) Jordi Lluis Espuny (batería). Clasijazz, viernes, 15 de marzo de 2019. 22:30 H.
Brotolling Quartet

La segunda presentación tuvo lugar en junio de ese mismo año, entonces en puro cuarteto y con la interpretación completa de la citada Suite nº 1 para flauta y trío de piano jazz.
Desde entonces han estudiado, ensayado, afinado y se han divertido en ese loable camino de profundizar en la obra de Claude Bolling para este formato, así como con la investigación, estudio e interpretación de obras que abarquen estilos diferentes como el jazz, el latino, el clásico o la música de compositores de nuestros días sin perder nunca el estilo clasijazzero que caracteriza a la formación. Con dicho bagaje han recorrido —con igual entusiasmo y admiración de público que en esta sala— escenarios diversos como, entre otros, La Guajira de Almería, Cafetería Alhambra (El Ejido), Conservatorio Profesional de Música de El Ejido, Restaurante La Pitanza (Pedralba, Valencia), Teatro Municipal de Marines (Valencia) o Entre Flamencos (Aguadulce, Almería).
Sonsacados una y otra vez hasta casi la impertinencia tuvieron a bien facilitar unos concisos perfiles aduciendo con acerada sorna y cataratas de risas que ellos no son importantes, algo inconcebible dedicándose como dedican su vida con inquebrantable ánimo al duro pero gratificante oficio de la educación, tan denostada hoy pero, sin embargo, ineludible premisa para vislumbrar la certeza del futuro.
En esta tercera presentación en Clasijazz, abordan la Suite nº 2 para flauta y Piano Jazz Trío del célebre y veterano compositor y pianista francés Claude Bolling, alma mater del cuarteto y con la que completan su repertorio para dicho formato. Como dato curioso cabe decir que la obra se ha interpretado en público en escasas ocasiones y que su originalidad y sus posibilidades abiertas a diferentes interpretaciones y la variedad de estilos que incorpora la convierten en singular obra que el público sabrá apreciar en el transcurso de su desarrollo.
Pilar Romero (flauta)

Desde siempre ha sentido inquietud por el flamenco y al conocer el antiguo Clasijazz, el del Quinto Pino, comenzó a saborear y disfrutar del jazz de la mano de Pablo Mazuecos, Antonio González y la gran familia jazzística del Clasijazz.
Se considera privilegiada de que músicos almerienses cuenten con ella, ¡una flautista clásica!, para llevar a cabo otras facetas musicales, y confiesa con orgullo «aprendo día a día para después enseñárselo a mi alumnado del Conservatorio».
Maite Palomo (piano)

Ha realizado, y continúa haciéndolo, investigaciones y variados estudios sobre formación musical de los más pequeños y Educación Auditiva. Desarrolla su labor pedagógica como profesora de Lenguaje Musical en el Conservatorio Profesional de Música de El Ejido.
Ginés Peregrín (contrabajo)

Como contrabajista colabora con diferentes formaciones de clásica, jazz, bossa nova y flamenco con cantantes como Ruth Becerro, Magdalena Crespo o Chelo García, y músicos como Juanjo Simón o Alberto Bonilla. Entre sus trabajos más recientes cabe destacar, entre otros, Brotolling Quartet orientado a la música del compositor y pianista francés Claude Bolling junto a la flautista Pilar Romero, la pianista Maite Palomo y el batería Jordi Lluis Espuny, el Homenaje a Cole Porter junto al José Belastegui Septet, recogido en el reciente álbum homónio o sus habituales apariciones junto a diversas formaciones en la sede de la Asociación Entre Flamencos del Puerto de Aguadulce.
Una labor concertística que compagina con la ocupación educativa y de difusión de las enseñanzas de vanguardia en el área de la pedagogía. Fue director de la Escuela de Música de La Zubia (Granada), donde dirigió los cursos de jazz y música moderna. En la actualidad ejerce su labor docente en el Conservatorio Superior de Música de Almería.
Jordi Lluis Espuny (batería)

Después se desplazó a Madrid por motivos profesionales lo que le permitió seguir perfeccionando sus estudios de batería con Pepe Sánchez, profesor de renombre que marcó su carrera profesional.
A lo largo de su vida profesional formó parte de formaciones como Orquesta Florida, Big Band Internacional Marabú, Embassy Quartet u Orquesta Mancy entre otras, de estilos variados que van desde el clásico, música ligera, swing, jazz al latin jazz. En dichas formaciones coincidió con grandes músicos como Jordi Barceló, José Luis Guerrero o Lorenzo Fernández.
En la actualidad compagina las clases de batería en el ámbito privado con la colaboración en diferentes proyectos musicales de carácter semi-amateur. Forma parte del grupo de versiones pop rock Perjudik-2, de la orquesta de baile Orquesta Gala, del grupo de fusión clásico-jazz Brotolling Quartet, y es miembro de la banda que acompaña a la jovencísima vocalista almeriense Mar Hernández.
Claude Bolling

Compusó para cine, televisión y teatro, participando en 1996 en la puesta en escena de la obra de Ellington A Drum is a Woman dirigida por Jérôme Savary y estrenada en el Théâtre National de Chaillot. Descubrió el jazz a través de los discos de Fats Waller, forjando su estilo además bajo la influencia de otros pianistas como Earl Hines, Teddy Wilson, Art Tatum y especialmente Duke Ellington, su maestro y amigo, lo que le valió el alias de Bollington de parte del escritor y músico Boris Vian.
Asiduo de los clubes de moda de posguerra de Saint-Germain-des-Prés, era solicitado por los grandes solistas americanos que visitaban Francia. Ha tocado, grabado y colaborado con grandes figuras, como los vocalistas Joe Williams, Carmen McRae, Dee Dee Bridgewater, y con instrumentistas como Rex Stewart, Cat Anderson, Paul Gonsalves, Buck Clayton, Lionel Hampton, Albert Nicholas, Mezz Mezzrow, Roy Eldridge, Dizzy Gillespie, John Faddis, Sam Woodyard o Rhoda Scott (organ), así como con las bandas de Illinois Jacquet o la Duke/Mercer Ellington Orchestra. Su encuentro con Stéphane Grappelli en 1991 en el álbum First Class (Django d’Or y Prix HCF 1993), fue un gran éxito
A su nombre ha editado excelentes álbumes como: Plays Ellington, Plays Django, Ragtime Bolling, Original Ragtime, Original Piano Blues, entre otros
Su primera composición en la que maridó clásica y jazz fue para dos pianos —Sonate pour deux pianos, junto a Jean Bernard Pommier. Tras escucharla, el flautista y amigo, Jean-Pierre Rampal le pidió que escribiese un diálogo entre flauta y jazz. El resultado fue la Suite para flauta y trío piano de jazz, escrita en 1973 y grabada en 1975 para Columbia, donde junto al mítico flautista y el propio Bolling al piano, participaron el contrabajista Max Hédiguer y el baterista Marcel Sabiani. Fue nomimada a los Grammy en la categoria Best Chamber Music. Luego vieron la luz otras versiones, incluida una sinfónica, Symphonic Suite for Flute & Jazz Piano Trio (1995), a cargo de la Bayerische Rundfunkt Orchester y el Modern Life Quartett. Su éxito, sin precedentes, más de 500 semanas en Estado Unidos en las listas de hits, discos de oro platino, le valió a Bolling el honor de inventor de un nuevo género, crossover music, o música híbrida o mestiza —¿la hay que no lo sea?— donde las partes se ensamblan a la manera de un pachtwork, esa suerte de tela tejida con retales que pueden alcanzar gran belleza cromática. O dicho de otro modo, cohabitación sin alteración alguna y de forma muy organizada, de la sintaxis del jazz y de la clásica
Alentado, Bolling, compuso una decena de grandes obras para guitarra, violín, orquesta de cámara y violonchelo con intérpretes de lo clasico como Alexander Lagoya, Pinchas Zukerman, Maurice André, Yo Yo Ma, English Chamber Orchestra, Patrice y Renaud Fontanarosa, Marielle Normdann, Guy Touvron o Eric Franceries.
A propósito del nuevo género Bolling escribió:
«Son obras que permiten al solista clásico interpretar con un trio de jazz. Para ello es esencial acentuar las diferencias entre ambos estilos. El instrumentista clásico ha de tocar tan clásico como sea posible en contraste con el trío jazz piano, bajo y batería. Y los instrumentistas del trío deben demostrar su versatilidad para tocar tan jazz como sea posible, en concordancia con su educación clásica y las necesidades de la música. Espero que los músicos encuentren tanto placer en tocar esta música, como lo tuve en su creación».
Suite nº 2 para flauta y trío piano jazz

La Suite se compone de 8 movimientos: 1. Espiegle, 2. Amoureuse, 3.Entr’amis 4. Vagabonde, 5. Pastorale, 6. Affectuense, 7. Intime 8. Jazzy.
La obra se grabó y publicó por la discográfica CBS en 1987 y junto a Claude Bolling y Jean-Pierre Rampal participaron el contrabajista Pierre-Yves Sorin y el batería Vincent Cordelette.
Las rejas del canon: de la severidad clásica al jolgorio jazzístico
La sacralización de la cultura, sea cual sea su manifestación, suele alzarse en férreo obstáculo que cercena su desarrollo, su vislumbre de futuro, como la jaula reprime el vuelo del pájaro. Cuando una obra se erige en norma o canon, en aquello conocido y que se entiende, y por tanto modelo a imitar y espejo donde mirarse, lleva implícita su propia muerte, la tragedia acomodaticia de ese mal hábito que es la costumbre.
La esencia creativa anida en la obra del creador quien en su anhelo de horizontes de futuro libra un crudo combate contra mil obstáculos, contra la negación y el anatema. Sucedió, y sucede, con toda suerte de expresión cultural y, desde luego, con la musical, manifestación emocional inicial del ser humano, pura abstración pero también fiereza física y emotiva. Antes que el habla fue el grito, catarsis expresiva de todo sentimiento. El blues es grito, una soleá lo es, un solo de Louis Armstrong también, un aria desde luego, y un lied, y una sonata, lo es una sinfonía.
La severidad de la sacralización y el rigor de lo formal vomitó su aliento censor cada vez que un artista daba un paso al frente. Sucedió con lo clásico, Stravinsky fue abucheado, Mahler denostado, el régimen nazi trazó un amplio catálogo de “obras degeneradas”, y la guadaña no fue ajena a otras formas musicales: “Camarón herético”, “el be bop la muerte anunciada del jazz”, “el free un cataclismo”… Voces censoras negando el futuro. ¿Por qué no abrir la mente, despojarse del lastre del prejuicio y afrontar la “belleza que es verdad y por tanto cierta” según la célebre trilogía hegeliana? ¿Quién puede erigirse en mentor de la infinita textura de la belleza?
Desde su mismo origen el jazz mamó y amantó a toda suerte de expresión artística. La relación entre la espiritual gravedad clásica y el carnal júbilo jazzístico es camino largo y antiguo. Son aguas del intangible río de la música que baña ambas orillas. Músicos de una orilla bucearon en la esencia del jazz para nutrirse y crear grandes obras: Stravinsky (Ebony Concert, Ragtime para 11 instrumentos, Historia de un soldado), Erwin Schulhoff (Cinq Études de Jazz, Esquisses de Jazz o Rag Music), Dimitry Shostakovich (Jazz Suite nº 1 y Jazz Suite nº 2) pero también Anton Dvorak, Claude Debussy, Erik Satie, Maurice Ravel, Martinú, Bartok, Aaron Copland, Kurt Weill o George Gershwin, lo mismo que intérpretes consagrados de lo clásico se han acercado al jazz: André Previn, Friedrich Gulda, Yehudi Menuhin o Maurice André, y a la inversa, quienes desde la vertiente jazzística interpretan, o improvisan, piezas del repertorio clásico y podemos escuchar a Haydn, Mozart, Bach, Dvorak o Mahler de la mano de Wynton Marsalis, Chick Corea, Keith Jarret, Art Tatum o Uri Caine respectivamente.
Seguro que Bach se hubiese bañado en las negras aguas del jazz de haber existido en aquella época de contrapuntos barrocos. Y puestos a imaginar porque no hacerlo, en una suerte de juego ácrono, con un mano a mano entre Bach y Art Tatum o Eric Satie y Bill Evans o Fanny Mendelssohn y Mary Lou Williams, incluso con un ocho manos entre… Cierren los ojos e imaginen. ¿Por qué no?
Sueño semejante hecho realidad fue el de Claude Bolling, y no menos hermoso y real el que anida tras la propuesta de Brotolling Quartet, el de cuatro aguerridos jóvenes, y un invitado de lujo, que por oficio militan en la seriedad clásica y por corazón en la única seriedad verdadera que es la música, esa olla donde desde siempre han hervido a fuego lento plurales influencias, pura raza mestiza, valga la sólo aparente contradicción.
© José Santiago Lardón ‘Santi’ (Marzo, 2019)[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]