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Clasijazz Big Band Profesional & Perico Sambeat. «Kenny Wheeler. Music for Large Ensemble»


José Santiago Lardón 'Santi' - 12 marzo, 2021 - 0 comments

Clasijazz Big Band Profesional. Perico Sambeat (dirección). Rita Payés (voz).

Trompetas: Julián Sánchez, Pep Garau, Bruno Calvo, David Galera, Eduald Payés.

Trombones: Tomeu Garcías, Paco Soler, Moisés Martínez, José Diego Sarabia.

Saxos: Víctor Jiménez, Tete Leal, Enrique Oliver, Daniel Torres, Irene Reig.

Piano: Daahoud Salim. Guitarra: Peter Connolly. Contrabajo: Bori Albero.

Batería: Andreu Pitarch

Clasijazz, viernes, 12 de marzo de 2021. 16.30 H

Side A. A modo de guía de escucha

«Todo lo que hago lleva implícito un toque de melancolía y un toque de caos». Kenny Wheeler

El trompetista canadiense de origen, pero británico de elección, Kenny Wheeler (1930-2014) ha escrito para orquesta de jazz a lo largo de tres décadas antes de la publicación de esta grabación. Su primer trabajo en este sentido —y su debut discográfico como líder tuvo lugar mientras formaba parte de la orquesta de John Dankwort, con el álbum Windmill Tilder: The Story of Don Quijote al frente de la citada orquesta. Fue a propuesta del propio Dankworth —un problema de cirugía con las muelas del juicio le impidió tocar durante tres meses y el director le propuso que escribiese algo—. El álbum lo publicó el sello Fontana, se convirtió en objeto de culto, desapareció de las estanterías y los masters se perdieron. En 2010 el sello británico BGO (Beat Goes on Records) lo recuperó y publicó para contento de los aficionados bienoyentes. ¡Bien!

Ahora, en Music for Large and Small Ensembles, Kenny se presenta al frente de un elenco de músicos de órdago —en su mayoría veteranos de la escena del jazz londinense— en el que fue la primera publicación de la discográfica alemana ECM de la década de 1990, que desde su fundación en 1969 estableció sus principios fundamentales y distintivos en cuanto a esfuerzos a nivel de producción, arreglos, composición y musicalidad. Su fundador, y alma mater, Manfred Eicher que es todo menos dogmático, promocionó y apoyó trabajos de una gran diversidad, incluso lejanos al llamado sonido ecm o, si quieren, sonido del silencio, amén de ser el primer sello de jazz importante que confió en talentos no estadounidenses, entre otros, Jan Garbarek, Enrico Rava, Nana Vasconcelos, Terje Rypdal, Eberhard Weber, John Surman y, como no, Kenny Wheeler, la mayoría poco conocidos antes de que los promocionara.

Afirmar que Kenny Wheeler ocupa un lugar señero entre los grandes de la historia del jazz resulta más que obvio, pese a no haber tenido el reconocimiento debido. Como intérprete —trompeta y, especialmente, fiscorno, sin embargo con ambos por igual—, cabría situarlo en esa liga de los trompetistas silenciosos, por ejemplo, Miles Davis o Chet Baker, en una línea acaso inaugurada por el gran Bix Beiderbecke allá por los años veinte del pasado siglo.

De la personalidad, vida, discografía y otros aspectos sustanciales de Kenny Wheeler se dará cuenta en la inminente cara B —aún a falta de las pertinentes mezclas—, que incluirá un único y extenso corte que in mood wheeleriano incluirá subyugantes y muy diversas partes —hermosas baladas, enigmáticos entresijos, tempos precipitados— como si de una suite se tratara.

La ocasión, el momento y lo perentorio del tiempo obliga dar luz sobre su labor como escritor de música, que es en esencia el contenido del álbum en ciernes, aunque aquí también ejerza como destacado trompetista y fiscornista. Y, sobre todo. porque de ese es el contenido del repertorio que en esta ocasión nos ofrece la Clasijazz Big Band Profesional (CJBB Pro) dirigida por Perico Sambeat.

El programa recoge el extenso trabajo que bajo el título de The Sweet Time Suite, se estructura en ocho partes, a modo de movimientos de una gran variedad y diversidad temática y estilística —ocupa el primer volumen del álbum—, así como tres piezas independientes también escritas para orquesta: “Sophie”, “Sea Lady” y “Gentle Piece”.

Escribir —que es un lenguaje—, sobre música, que es otro bien diferente, es un arduo y casi imposible ejercicio salvo que se recurra al territorio de la metáfora, suerte de artificio que deviene en nuevo dialecto para acabar de complicar el asunto. Algo similar sucede entre lo escrito en el pentagrama y lo leído por el intérprete, o en palabras del propio Wheeler, refiriéndose a su modus operandis: «Escribo canciones tristes y dejó que músicos maravillosos las destruyan», y que son fiel retrato de una de las mentes musicales más exuberantes, emocionantes, heterogéneas y poco comunes de la historia del jazz.

En la música de Wheeler late un aluvión de influencias y referencias que ha ido amasando a lo largo de su carrera y la hacen sin discriminación de ningún tipo, en una suerte de cohabitgación o coyunda fértil y asombrosa. Desde el be bop de su temprana formación —y que en cierta ocasión confesó que pese a formar parte de su raíz no se sentía cómodo interpretándolo—, al free jazz, las vanguardias, la música clásica occidental —Debussy, Ravel, o en especial Paul Hindemith, porque le «gustaban sus armonías y su música sonaba a jazz», desde referencias de músicos como Art Farmer,  Pepper Adams y en especial el trompetista Booker Little (rara avis que murió a los 26 años) a otros de militancia más extrema, hablamos de Anthony Braxton, por no hablar de su membresía en formaciones como la Globe Unity Orchestra o la Sponateus Music Ensemble de John Stevens a su fidelidad al trío Azimuth, cofundado junto el pianista John Taylor y la cantante Norma Winstone, y solo son algunos ejemplos.

Hombre tímido y modesto hasta extremos inauditos, sentía asombro porque le considerasen compositor, arguyendo que «simplemente era alguien que cogía bonitas melodías y luego las unía», pero también huidizo e imprevisible, como lo recordó la cantante Norma Winstone, tan presente en su obra: «Con Kenny no podías dar nada por supuesto. Nunca sabías cuál iba a ser su siguiente paso».

Music for Large and Small Ensembles sigue siendo un hito en la escritura moderna de big-band, sus piezas se han tocado en todo el mundo, se han estudiado en cursos universitarios y, a veces, fueron embellecidas con letras.

Todo este rico vasto y variado limo, incluso contradictorio en apariencia, fue el abono con el que erigió una singular compositiva, un mundo propio, como curiosamente dice la letra de su “By Myself”, el vívido reflejo de su personalidad:

«Me esforzaré y enseñaré a cantar a mi corazón. Me enfrentaré a lo desconocido. Y construiré un mundo propio».

Un mundo propio

*Notas originales a la edición del álbum escritas por Steve Lake, prestigioso periodista y productor musical británico y habitual colaborador de la discográfica alemana ECM. [Me he limitado a depurar el contenido y, en su caso, añadir algunas notas aclaratorias]

Music for Large and Small Ensembles es la más completa de las grabaciones realizadas por Kenny Wheeler hasta la fecha. Casi podría sustituirse por The Complete Wheeler. Pero la historia aún no ha terminado: el trompetista y compositor continúa su aventurado camino.

Muchos intérpretes de la generación de Wheeler se reconciliaron desde hace ya mucho tiempo con el papel de la música de su época, fijando para siempre un fragmento personal y concreto en la historia del jazz. Kenny no ha escapado a esa historia, ni lo ha intentado, pero a lo largo de su pasado ha tocado aspectos tan divergentes de la tradición (piensen en la distancia entre Globe Unity y Azimuth, por ejemplo, o entre Braxton y Dankworth) que ha sabido, [y querido], liberarse de una inquebrantable lealtad inquebrantable. a un único estilo. Más que eso, su determinación, como escritor, de dar sentido a estas experiencias fructificó en un cuerpo de trabajo único. Con los recursos de una orquesta a su disposición y un equipo cuidadosamente seleccionado de solistas, viejos amigos todos, ha sido capaz de revelar tanto las conexiones como los contrastes entre todas esas estaciones de paso de su odisea personal y, de paso, apuntalar la excelencia infravalorada de sus compañeros de viaje. Salvo los estadounidenses Erskine y Abercrombie y el británico Holland —miembros del quinteto de Kenny—, estos músicos son pilares esenciales de la escena londinense y la mayoría son muy poco celebrados fuera del Reino Unido e, incluso, dentro de él.

Intérpretes tan poderosos como Ray Warleigh y Chris Pyne, por citar solo a dos, rara vez reciben la debida atención de críticos que sí reconocen las innovaciones de Evan Parker o Paul Rutherford. Los radicales paisajes sonoros que investigan los improvisadores libres siguen impactando de inmediato, pero no todos los chicos tiene que ser exploradores polares (como dijo Brian Eno a John Cage). Hay mucho trabajo por hacer en climas más templados. Y además, Warleigh y Pyne, como Wheeler y otros intérpretes que participan en la grabación —en especial Holland, Winstone, Taylor— han transitado las orillas del free a lo largo de los años. ¿Quién no recuerda la banda de Kenny de principios de los 70, Freedom for A Change, con Warleigh, Parker y Paul Lynch? ¿O a Pyne clamando en The Source de Spontaneus Music Ensemble?

Pero antes de divagar por la cadena de asociaciones que unen a este excelente equipo, o de perdernos por el carril de la memoria del free jazz, el primer punto vital —y alarmante— a destacar es que las grandes piezas incluidas en esta grabación, tanto las 8 que integran ese magnum opus titulado The Sweet Time Suite y las otras tres piezas —“Sophie”, “Sea Lady” y “Gentle Piece”— son las únicas grabaciones para orquesta de Kenny Wheeler disponibles actualmente. Si tenemos en cuenta que Wheeler estuvo escribiendo para orquestas de jazz durante treinta años, nos encontramos ante una situación absurda que convierte al presente disco en un legado de valor excepcional. El rastro del primer disco para big band de Kenny, Windmill Tilter (Fontana, 1969), se borró hace mucho tiempo. Song for Someone (Incus, 1973) también está agotado. Entre 1973 y 1990, no se publicaron discos de big band de Wheeler. Los intentos de rastrear las cintas maestras de los dos primeros discos han resultado infructuosos; se han desvanecido sin dejar rastro [1]. A lo largo de la década de 1970, las orquestas tenían un promedio de una emisión al año por parte de la BBC, en los 80, una cada dos años. Ha habido muy pocas actuaciones en conciertos; intentar llevar a una banda de diecinueve miembros de gira en la no tan alegre Inglaterra es como la venganza del molino de viento [2]. Y si bien la escritura de Kenny Wheeler para pequeñas formaciones, —aunque no lo suficientemente documentada— ha tenido cierta presencia, no se puede decir lo mismo de su trabajo a gran escala que, en última instancia y pese a la feroz competencia, bien pudiera afirmarse que fue su punto más fuerte. Como dijo el propio Kenny: «Haber tenido la oportunidad de componer para orquestas, ser capaz de usar una gama tan amplia de voces y contrastantes, Evan Parker y Duncan Lamont y Norma Winstone y John Abercrombie —bueno, todos ellos— me produce extrañeza cuando escribo para otro contexto». Las voces solistas, que brotan a cada instante de los temas son empleados con mayor astucia. Cuando Wheeler escribe para los solistas, resulta con frecuencia saber con precisión dónde termina lo escrito y comienza la improvisación. Sin embargo, es evidente que los solistas brindan su personal voz y carácter a una música de sorprendente originalidad. Esta banda es única en su clase.

Su originalidad es evidente desde los primeros acordes de “Opening”, donde la voz de Norma Winstone flota por encima de los metales, con un sonido inicialmente frágil, introspectivo como en Azimuth [3], hasta que los bronces estallan como en un amanecer inundando horizonte.

El piano de John Taylor inicia la introducción de la orquesta en “For H”, con Peter Erskine tocando con fuerza, haciendo un buen uso a las lecciones aprendidas bajo la batuta intimidante de Stan Kenton. (Durante el transcurso del álbum, el baterista nos mostrará muchas otras facetas de su creatividad: esta pudiera ser además la grabación más completa de Erskine). El suave solo del tenor de Stan Sulzmann concluye cuando la banda realiza una suave transición a “For Jan”, una balada de auténtica belleza. Aquí, el elegante solo del trombón de válvulas de Dave Horler me lleva a preguntarme si este instrumento ha alcanzado tan alto nivel desde los días del legendario Bob Brookmeyer. El siguiente solo de Kenny con el fiscorno, tan seguro en su expresivo fraseo, es testimonio de la originalidad de sus solos. Qué sonido tiene…
Su originalidad es evidente desde los primeros acordes de “Opening”, donde la voz de Norma Winstone flota por encima de los metales, con un sonido inicialmente frágil, introspectivo como en Azimuth [3], hasta que los bronces estallan como en un amanecer inundando horizonte.

Como siempre, Norma demuestra ser la más ingeniosa de las cantantes de jazz, su enfoque es fresco, liberado de espasmos frenéticos, melodramas del mundo del espectáculo y otras peculiaridades idiosincráticas. Su sonido natural y humano ha sido durante mucho tiempo una parte importante de la música de Kenny, y también de John Taylor. En los últimos años se ha convertido además en una letrista de primer nivel. El retrato que dibuja en “For Jan” está diseñado con profunda comprensión. Con unas pocas pinceladas, por así decirlo, crea la impresión imborrable de una mujer que afronta la monotonía de la vida cotidiana con un optimismo melancólico y moderado. Es una escena de la vida real, no la versión rosa del Tin Pan Alley.

“PA” es un tributo al saxo barítono Pepper Adams —Kheeler y Adams tocaron juntos en el pasado [4]—,. La pieza presenta una gran variedad de estados de ánimo (pensativo / preocupado, majestuoso, alegre), que ya llama la atención en su exposición antes de que la irrupción del estentóreo tenor de Evan Parker aumente la presión y tensión y la dinámica alborozada de la big band se quiebre en una explosión de expresividad free. Cabe observar lo de cerca que siguen Erskine y Abercrombrie a Parker en el espacio abierto más allá del tiempo estresado. El siguiente solo de bajo de Dave Holland está elaborado de un modo poco convencional sobre un acompañamiento orquestal. El tema introductorio del tenor regresa para concluir la pieza.

“Know Where You Are”, es un tema muy brillante y firme, que gana velocidad a medida que se desarrolla, la guitarra de Abercrombie se desliza sobre la masa de los metales. El brillante solo de piano de John Taylor tiene un toque del ataque percusivo de Bud Powell. El solo de guitarra, argentino, sinuoso, punteado por glissandi chillones, es un clásico de Abercrombie.

“Consolation” parece como si abordara un profundo dolor para luego transcenderlo. La voz sin acompañamiento de Norma Winstone al comienzo de la pieza tiene una calidad de retraimiento y abandono, y la melodía expresada con insitencia por el piano y el bajo acentúa esta sensación de aislamiento. Ese estado de ánimo se mantiene incluso cuando entra la banda al completo. Es una muestra de la genialidad de los arreglos de Wheeler, capaz de conseguir que una orquesta suene tan íntima. El solo del alto de Ray Warleigh es de una belleza agridulce, con un patetismo adicional gracias a la ternura de la guitarra, y la breve pulsión del bajo de Holland posee una gravedad y una profundidad emocional que contradice su crudeza.

El cuarteto de improvisadores, integrado por Paul Rutherford, John Abercrombie, John Taylor y Peter Erskine, lanza “Freddy C” de una manera ambigua y musical. Abercrombie, ahora con la guitarra sintetizada, traza pequeñas manchas de texturas sonoras por las que fluye el trombón, mientras que el piano se escabulle al ritmo suave de los platillos. El solo de batería de Erskine, profundamente musical, usa el espacio de forma dinámica. El baterista provoca que la orquesta vuelva a entrar, regresando al inicio con un bordado de figuras rítmicas cruzadas de Holland en el registro alto del bajo.

La banda se relaja en un flexible ritmo post-bop para perpretar una rueda de solos. Los giros y fraseo del saxo tenor Duncan Lamont pueden recordar a Warne Marsh … Las trompetas en contrapunto delinean un tema adicional que lleva, intencionalmente o no, un eco de la melodía de “Deer Wan”. La orquesta avanza hacia la coda y otro solo de Erskine, esta vez rotundo, con una intensidad similar a la de Elvin [Jones]

“Closing” [último tema de la suite] presenta a Kenny en un maravilloso solo sin acompañamiento: volando, arqueándose, disparando chispas, bajando repentinamente de registro. Por tono, control, rango emocional, fuerza, gusto (lirismo y libertad), no puedo pensar en una trompeta de jazz moderno que se le acerque. Wheeler se unió a la orquesta en los momentos finales, con una repetición de la melodía del prólogo, que ahora muda en puesta de sol carmesí.

Las tres piezas adicionales para orquesta sostienen el nivel musical de la suite (su acaramelado título, un juego de palabras típicamente wheeleriano, hace flaco favor a su poderío). “Sea Lady” es en particular fascinante. Me había acostumbrado a esa canción en la romántica interpretación a trío del excelente álbum de Norma Winstone Somewhere Called Home. Ahora presentado en versión orquestal, el arreglo intenta eludir la exuberancia; en todo caso, parece en algunos aspectos más austero que la versión de 1987. El saxo soprano de Evan Parker, uno de los milagros más consistentes de la época, lanza la pieza, que parece atrapar el grito de las gaviotas en su vuelo mientras la orquesta se detiene, detrás de ella, el sonido sube y baja como olas que se agitan lentamente. La parte de piano de John Taylor se minimiza para canalizar el flujo sutil de los acordes. Y hay un momento particularmente brillante en el que la flauta de Sulzmann extiende a la perfección el solo de Abercombrie. Estos músicos saben escuchar…

“Sophie” es otra pieza enciclopédica (Wheeler reexamina continuamente su música con diferentes y variados enfoques). Se abre con un delicado coro de metales que “pende como una nube”, como Gil Evans dijo una vez de “Snowfall” de Claud Thornhill. Le sigue un juego alegre y directo que otorga a Julian Argüelles (cuyas credenciales de big band incluyen su trabajo con Brotherhood Of Breatha y Loose Tubes) la oportunidad de demostrar por qué está considerado como el barítono británico más importante desde [John] Surman. Posee una agilidad comparable con el big horn [el gran saxo, saxo barítono]. El solo de trombón demasiado breve de Chris Pyne es irónico, hermoso, con un estilo desenfadado…

La brillante pieza, nombrada con el modesto título de “Gentle Piece”, está teñida con la nebulosa calidez de una hermosa melodía, adornada con el límpido rubato del saxo alto de Warleigh, también contiene un elegante dúo improvisado de Wheeler y John Taylor que abre el camino a las piezas para pequeño conjunto…

Notas:

  1. Ambos álbumes fueron editados con posteridad a la fecha del texto de Steve Lake. El primero a cargo del sello británico BGO publicado en 2010 y el segundo por el sello Psi (2004, y reedición de 2016).
  2. Evidente referencia al álbum Windmill Tilter. The Story of Don Quijote y a los perdedores como materia de inspiración.
  3. Azimuth, trío de culto creado en 1976 por Kenny Wheeler, Norma Winstone y John Taylor.
  4. Existe además una grabación testimonio de la colaboración de ambos. Se publicó a nombre de Pepper Adams, Conjuration: Fat Tuesday’s Session (Uptown / Reservoir, 1984) y recoge una actuación en directo de agosto de 1983. En la sección rítmica estaban el veterano pianista Hank Jones, el bajista Clint Houston y Louis Hayes en la batería.

Perico Sambeat

Perico Sambeat (Godella, Valencia, 1962). Saxo soprano y alto, flauta, compositor, arreglista y director de orquesta. Comenzó a estudiar piano y solfeo a los 6 años. Grado medio de flauta en el Conservatorio de Barcelona (1978). A partir de 1980 estudió saxo de forma autodidacta y organizó grupos locales como Metropol Jazz o Blue Monk. Completó su formación en el Taller de Mùsics de Barcelona (armonía, arreglos y composición), con maestros como Zé Eduardo. Se aficionó al jazz en míticos clubes valencianos como Tres tristres tigres o Perdido.

En 1984 formó la banda A Free K, en 1985 se integró en la del guitarrista valenciano Carlos Gonzálbez y en 1988 dirigió la sección de saxos de la Barna Big Band. En 1990 formó su propio cuarteto con Steve Melling, Dave Green y Stephen Keogh.

En 1991 obtuvo una beca para la New School de New York donde tuvo como profesores a Ralph Moore, Dick Oatts, Lew Tabackin y Joe Lovano. Allá tuvo ocasión de tocar con Lee Konitz, Jimmy Cobb o Joe Chambers. A su regreso, y con tan valioso bagaje, grabó su segundo álbum como líder, Punto de partida (1992), con Tete Montoliu y Wallace Roney como invitados. Se sucedieron las giras nacionales e internacionales, y editó su tercer álbum, Uptown Dance (EGT, 1992) con músicos norteamericanos —Michel Mossman, David Kikoski, Bill Moring y Keith Copeland. En 1992 se trasladó a Barcelona integrándose en el Taller de Mùsics.

A partir de entonces inició una vertiginosa y prolífica carrera profesional que ya alcanza las tres décadas, le llegan ofertas de prestigiososos clubes —como el Ronnies’s Scott londinense, para cuyo sello grabó Dual Force (1993) con una gran sección rítmica británica— y es invitado a los más importantes festivales de jazz y salas nacionales, europeos e internacionales y requerido para colaborar con grandes figuras del jazz.

Maestro desde hace años de las nuevas generaciones de saxofonistas, es uno de los grandes músicos del jazz español y desde luego el de mayor proyección y prestigio internacional. Se ha ganado a pulso un enorme prestigio por su extraordinaria carrera profesional tanto dentro como fuera de España. Ha editado a su nombre o como colíder una larga veintena de álbumes y participado en más de un centenar como sideman de insignes figuras internacionales entre otras, Jack Walrath, Bruce Barth, George Colligan, Brad Mehldau, Kurt Rosenwinkel, Tete Montolioú, Michael Brecker, Pat Metheny, Louie Bellson, Wallace Roney, Steve Lacy, Dave Douglas, Valery Ponomarev, Leon Parker, Fred Hersch, Bob Moses, Guy Baker, Jerry González, Chris Kase o Eddie Henderson, amén de numerosas colaboraciones como free lance.

Su obra discográfica es de variada y rica estética musical y abarca desde la tradición de los altoist preboperos, boperos y posboperos, con Parker como referencia ineludible (por ejemplo Uptown Dance, Friendship o Some Other Spring), al flamenco, o si prefieren flamenco jazz (Cruce de caminos, Big Band Flamenco), a la vanguardia (Elástic, 2012), e incursiones en la música sacra valenciana (Discantus, 1997), asi como en la variada riqueza del folclore popular de raíz latina o africana con CMS Trío junto a Javier Colian y Marc Miralta (Colina-Miralta-Sambeat, Andando y Danza Guaná) y en diferentes formatos: dúo, trío, cuarteto, quinteto, sexteto o… big band.

Además de los citados álbumes —puede consultarse su obra en el apartado discografía— cabe citar entre los más recientes Baladas (2011) con Bernardo Sassetti, Javier Colina y Borja Barrueta; Elàstic (2012) a quinteto junto con Jeff Ballard, Eric Legnini, André Fernandes y Thomas Bramerie; Voces (2015) un impresionante trabajo en formato big band con la participación de las cantantes Silvia Pérez Cruz y Viktorija Pilatovic y destacados solistas de la escena nacional como Ernesto Aurignac, Julián Sánchez, Joan Monné, Enrique Oliver, Marc Miralta y el guitarrista portugués André Fernandes. De 2016 es Perico Plays Zappa, un increíble disco muy valorado por la crítica en realiza unos brillantes arreglos de la música del mítico Frank Zappa en formación de octeto con un plantel de músicos vinculados a Sedajazz: Voro García, Toni Belenguer, Javier Vercher, Santi Navalón, Iván Cebrián, Julio Fuster y Miquel Asensio y su último trabajo, Pórtico (2017) en formación de quinteto coliderado junto al trompetista Joe Magnarelli y con Fabio Miano, Ignasi González y Andrea Michelutti en la sección rítmica.

Una preciada obra que contó con gentes del flamenco —Miguel Poveda, Enrique Morente o Gerardo Núñez, del jazz internacional —Brad Mehldau, Kurt Rosenvinkel, Jeff Ballard, David Kikoski o Mike Mossman—, del jazz nacional o con vocalistas como Silvia Pérez Cruz o Viktorija Pilatovic.

Su trayectoria profesional ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones nacionales e internacionales: Mejor grupo de Jazz con A Free K (Festival de Jazz de San Sebastián 1984). Segundo premio en el concurso europeo de jóvenes big bands con la Barna Big Bang, Berlín 1988. Primer premio en la Muestra Nacional de Jóvenes Intérpretes (1990). Premio especial de la crítica del gobierno balear (1990). Premios Jazz Entre Amigos: Mejor grupo A Free K (1987); Mejor grupo Ictus (1988);. Mejor grupo Jordi Vila I Els Seus Amics (1990) y Mejor solista (1990). Premio Cartelera Turia a la mejor contribución musical (1991). Primer premio de composición para jóvenes compositores SGAE1993, y tercer premio 1997. Mejor saxo alto español por votación popular en la revista Satchmo jazz 1996. Mejor saxofonista por votación popular de L’Associació de Músics de Catalunya (1994 y 2000). Mejor saxofonista por votación popular de la Asociación de Músicos de Jazz de Valencia (Promúsics) 2001. Premio de jazz del mundo de la música valenciana 2002 (Radio-televisión Valenciana). Tercer premio SGAE de composición de jazz latino, La Habana 2002. Premio “BirdAward” al artista con más amplio reconocimiento en el Festival North Sea 2003. Mejor grupo de jazz en Enderrock 2005, Perico Sambeat Sextet. Mejor disco del año Enderrock 2008, Flamenco Big Band. Premios AMMJ 2009 en las categorías Grupo del año (CMS Trío); disco del año (Flamenco Big Band) y compositor del año (Perico Sambeat). Premi Jazzing (Sant Andreu) 2017.

En la actualidad, además de su labor como reputado y solicitado sideman, desarrolla proyectos tan versátiles como Perico Sambeat Big Band, Flamenco Big Band, Elàstic Quintet de estética vanguardista y groove, CMS Trio (con Javier Colina y Marc Miralta), Baladas Quartet con Javier Colina, Marc Miralta y el pianista Albert Sanz y el ya mencionado Perico Sambeat plays Frank Zappa.

«La eclosión de Sambeat no es gratuita. Es fruto de un intenso período formativo germinado a partir de un talento innato para el jazz. La calidad de su fraseo, sonido, forma de entender el blues y su facilidad para generar swing no tienen nada que envidiar al de sus colegas del otro lado del Atlántico. A partir de un profundo conocimiento de la obra de Charlie Parker y de la de los mejores saxos altos anteriores y posteriores al bop, Sambeat propone una renovación sin convulsiones que, aunque absorbe los últimos hallazgos de los más interesantes saxofonistas jóvenes, se fundamenta en ideas propias y originales». Philippe Carles, André Clergeat y Jean-Louis Comolli, Diccionario del jazz. Madrid: Anaya-Mario Muchnik, 1995.

Discografía como líder o colíder

  • Perico Sambeat (EGT, 1991). Solo Lp.
  • Punto de partida (EGT, 1992) Quinteto: Tete Montoliu, Wallace Roney.
  • Uptown Dance (EGT, 1992) Perico Sambeat/Michael Philip Mossman Quintet.
  • New York Barcelona Crossing Vol 1 (Fresh Sound New Talent, 1993) Perico Sambeat, Brad Melhdau, Mario Rossy, Jorge Rossy. Grabado en 1993, publicado en 1997.
  • New York Barcelona Crossing Vol 2 (Fresh Sound New Talent, 1993) Perico Sambeat, Brad Melhdau, Mario Rossy, Jorge Rossy. Grabado en 1993, publicado en 1998.
  • Dual Force (Live at Ronnie Scott’s Jazz Club (Ronnie Scott’s Jazz Club, 1993. Perico Sambeat Quartet con Steve Melling, Dave Green y Stephen Keogh.
  • Ademuz (Fresh Sound New Talent, 1995 / 1998) Perico Sambeat +10 con Enrique Morente, Mark Turner, Brad Mehldau, Kurt Rosenwinkel, Jorge Rossy…
  • Jindungo (Fresh Sound New Talent, 1997). Perico Sambeat/Bruce Barth Quartet.
  • Discantus (Sirio, 1997) Perico Sambeat & Cor de Cambra Lluís Vich (música sacra de compositores valencianos de los siglos VII al XVI.
  • Some Other Springs (Satchmo, 1998). Perico Sambeat/Bruce Barth Duo.
  • Perico (Lola Records, 2001). Perico Sambeat Quartet con Bernardo Sassetti, Javier Colina y Marc Miralta.
  • Cruce de caminos (Resistencia, 2001). Perico Sambeat /Gerardo Núñez con George Colligan, Javier Colina, Marc Miralta.
  • Friendship (ACT, 2003). Perico Sambeat Quintet con Brad Mehldau, Kurt Rosenwinkel, Ben Street, Jeff Ballard.
  • Ziribuye (Contrabaix, 2005). Perico Sambeat Sextet con Raynald Colom, Toni Belenguer, José Reinoso.
  • Colina, Miralta, Sambeat (Contrabaix, 2007). CMS Trio (Javier Colina, Marc MIralta, Perico Sambeat).
  • Flamenco Big Band (Verve, 2008). Big Band con Miguel Poveda, Gerardo Núñez, Albert Sanz, Javier Colina, Marc Miralta…
  • Andando (Contrabaix, 2009). CMS Trio (Javier Colina, Marc MIralta, Perico Sambeat).
  • Infinita (Fresh Sound New Talent, 2009). Perico Sambeat/Javier Vercher Grabado en Brooklyn en 2007.
  • Baladas (Contrabaix, 2011). Perico Sambeat Quartet, con Bernardo Sassetti, Javier Colina y Borja Barrueta.
  • Sketches of Pangea (BMC, 2011). Kalman Olah, Perico Sambeat, Matyas Szandai, Marc Miralta.
  • Elàstic (Contrabaix, 2012). Perico Sambeat Quintet (con Thomas Bramerie, André Fernandes, Eric Legnini y Jeff Ballard.
  • Danza Guaná (Contrabaix, 2015). CMS Trio (Javier Colina, Marc MIralta, Perico Sambeat).
  • Voces (Karonte/Nuba, 2015). Big Band con Sílvia Pérez Cruz, Viktorija Pilatovic, Ernesto Aurignac, Julián Sánchez, Joan Monné, André Fernandes, Enrique Oliver, Marc Miralta.
  • Perico Sambeat plays Zappa (Karonte/Nuba, 2016). Perico Sambeat Octet, con Voro García, Toni Belenguer, Javier Vercher, Santi Navalón, Iván Cebrián, Julio Fuster y Miquel Asensio. Arreglos e improvisaciones sobre la música de Frank Zappa.
  • Pórtico (Fresh Sound New Talent, 2017). Joe Magnarelli/Perico Sambeat Quintet con Fabio Miano, Ignasi González y Andrea Michelutti.
  • Ofrenda (Karonte, 2019). Perico Sambeat Quartet.Con Danny Grisset (p) Ugonna Ogekwo (b) y Eric. J. Strickland.

© José Santiago Lardón ‘Santi’ (Marzo, 2021)

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