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Clasijazz Big Band Profesional & Voro García. «Postbop Big Band Arrangements»


José Santiago Lardón 'Santi' - 19 marzo, 2021 - 0 comments

Clasijazz Big Band Profesional. Dirección y trompeta solista: Voro García.

Trompetas: Julián Sánchez, Bruno Calvo, Jesús Martínez, David Galera.

Trombones: Miguel Moisés, Pedro Pastor, Corina Martínez, José Diego Sarabia.

Saxos: Mike Fletcher, Juande Marín, Vicente Macián, Florencio Juan, Irene Reig.

Piano: Daahoud Salim. Contrabajo: Bori Albero. Batería. Jose Carlos González

*

Clasijazz. Sala de Conciertos, viernes 19 de marzo de 2021. 19:00 H

¿Big band, aún hoy?

«Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, era la edad de la fe, era la edad de la incredulidad, era la época de la luz, era la época de las tinieblas, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada, íbamos directos al Cielo, íbamos de cabeza al Infierno; era, en una palabra, un siglo tan diferente del nuestro que, en opinión de autoridades muy respetables, solo se puede hablar de él en superlativo, tanto para bien como para mal». Charles Dickens, Historia de dos ciudades.

Es sabido que la edad de oro de las big bands fue la era del swing, de los locos años veinte, de los delirantes y trágicos tiempos del postcrac del 29, cuando la gente acuciada por la ruina se arrojaba por las ventanas, mendigaba un chusco de pan por las calles, dormitaba y hallaba cobijo en cualquier portal o en la húmeda oscuridad del metro. Pero también eran tiempos de urgencia, de búsqueda de ilusiones, de incentivos para seguir adelante… «Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos…».

Tiempos difíciles, tiempos de evasión y diversión, la gente se entregaba con desefreno al son de las grandes orquestas a los bailes de moda —lindy hop, big apple, black bottom, swing, suzy ‘Q’— en excitantes salones como el Savoy Ballroom o el Cotton Club, se bebía alcohol clandestino y algunos se enriquecieron hasta el infinito, mientras los más subsistían con un magro menú de sueños o con las escasa monedas de un premio de danza —They Shoot Horses, Don’t They? (Danzad, danzad malditos), revelador film de Sidney Pollack, 1969—.

Eran los tiempos de las grandes orquestas —Fletcher Henderson, Count Basie, Duke Ellington…—, tenían lugar dos, tres o más sesiones diarias, había trabajo para los músicos, aunque como siempre mal remunerado, y las big bands proliferaron por doquier, hasta 300 reseñó la revista Metronome para la dorada era del swing.

Desde entonces, desde aquella rutilante era dorada, las big bands han sabido con mayor o menor éxito adaptarse a los cambios estilísticos del jazz. El advenimento revolucionario del jazz moderno que supuso el be bop tuvo su primigenio apóstol en la figura de Billy Eckstine, cuya orquesta, heredera de la de Earl Hines, abrazó sin reparo el nuevo lenguaje, como lo hizo el pater bop  Dizzy Gillespie con la suya, o el longevo director y pianista Jay McShan y de igual modo aconteció con el cool (Woody Herman, Stan Kenton), el hard bop (Oliver Nelson, Thad Jones-Mel Lewis Orchestra, con la llamada tercera via o thrid stream (Gunther Schuller), la radicalidad diversa y varia del free jazz (George Russell, Sun Ra Arkestra), o las variantes del género más contemporáneas y de vanguardia (Vienna Art Orchestra, Carla Bley Jazz Composer`s Orchestra, Maria Schneider Orchestra o la bib band dirigida por Toshiko Akiyoshi).

Desde entonces y hasta la actualidad las big bands se han erigido en notables vehículos expresivos de las más fecundas creaciones músicales. Grandes compositores y arreglistas han escrito y trazado en las líneas del pentagrama auténticas joyas sonoras equiparables a las de otras grandes formaciones de la llamada música culta —léase sinfónicas, ensembles en su apelación más contemporánea, o lo que venga en gana.

Desde Ellington a Bob Mintzer o Anthony Braxton, pasando por Glenn Miller, Benny Goodman, Shorty Rogers, o ese genio malhumorado a veces, entrañable tantas otras, con trazas de oso glotón, que es Charles Mingus, las big bands fueron la voz cantabile de los sueños de grandes creadores, además de fuente de gozo sin límites.

Sin embargo y desde mediados de la década de 1940, factores como las mudanzas de la moda, los nuevos gustos del público, la irrupción de otros lenguajes musicales enfocados a un público joven, la preeminencia de formatos más pequeños propiciados por el be bop y derivados o lo oneroso de su mantenimiento, marcaron el inicio de un progresivo declive de esta grandes formaciones —el mismísimo Basie tuvo que renunciar por un tiempo a su aguerrida tropa sonora, y Duke Ellington, allá por la década de 1950, reconoció que perdía dinero.

Pero a partir de los años ochenta del pasado siglo las big bands comenzaron una ilusionante recuperación de su papel motor en la vida del jazz, tanto como orquestas de repertorio como auténticas escuelas vivas para músicos de todas las edades y estilos. Por ejemplo, en Estados Unidos no existe una universidad que se precie que no tenga la suya, y quien haya paseado por algunos de sus inmensos campus o por sus auditorios habrá tenido ocasión de oir una algarabía de pitos y de seguido el saxo alto de Phil Woods, o el de Lee Konitz, de seguro impartiendo una master class, y sobre todo transmitiendo el copioso peso de la tradición.

En Europa también cundió el ejemplo, aunque no tan vinculadas al ámbito universitario, sino en algunos casos a los pertinentes departamentos del asunto cultural de lo público —ministerios, consejerías, áreas de cultura municipales— y en otros gracias al esfuerzo y tesón de asociaciones culturales y musicales, escuelas de música y otros colectivos. Caso singular es la Orquesta Nacional de Jazz francesa, los Loose Tubes londinenese (en su origen patrocinados por el sindicato de músicos), la Big Band de la Radio TV danesa. Y en España existe la Orquesta Nacional de Jazz (ONJAZZ), dirigida y creada por el baterista Ramón Ferrán en 1999, en torno a FONJAZZ (Fundación Orquesta Nacional de Jazz de España) y cuyo álbum inaugural Jaleos vio la luz en 2009 (Sony), y en 2011 Mujeres en el jazz de venta en la red de Paradores, con el fin de recaudar fondos en la lucha contra la violencia machista. Y son numerosas las localidades o ciudades del ámbito nacional que cuentan con una como la del Taller de Músics de Catalunya, Sedajazz (Sedaví, Valencia), por citar un par de casos entre una inabarcable infinidad.

En Andalucia son habituales en numerososas localidades como la Asejazz Big Band de Sevilla, la Big Band One de Jaén Jazzy, la AJM de la Asociación de Músicos de Jazz de Málaga, la Ool-Ya-Koo (Granada), la Soberao Jazz (Dos Hermanas, Sevilla).

Y en Almería tuvimos la UAL Jazz Band creada en el curso 2000/2001 —auspiciada por el Aula de Jazz-Aula de Música. Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Relaciones Internacionales de la Universidad de Almería— que grabó su primer álbum en el “Johnny” en 2002, integrada por 14 músicos, bajo la batuta de Pepe Viciana, con Isabel López como vocalista, y con el oriente de ser germen de una futura big band que no llegó a fructificar.

Y hoy mismo, y bajo el amparo de Clasijazz, coexisten en feliz hermanamiento tres big bands, la hermana mayor nacida en 2010, la adolescente o a lo formal, Clasijazz Big Band Swing & Funk, y la benjamina Little Clasijazz Big Band… Y otras tantas que a modo fértil reguero musical alcanza a municipios como Gádor, Alhama, Carboneras, Huércal de Almería o Garrucha… ¡Vengan big banes!

Pero si hay algo que no ha cambiado es su grandeza, su propia identidad. Porque una big band es mucho más que una numerosa agrupación de intérpretes, va más allá de su estructura en secciones —madera, metal, rítmica, incluso cuerdas—. Es grande sobre todo por la existencia de un repertorio que la dota de sentido y unidad, por la importancia e idoneidad de los arreglos hasta el punto que la figura arreglista cobra una importancia esencial junto a la del director, en muchas ocasiones asumiendo ambos roles.

Pero además es grande y de modo especial, por su proyección de futuro, de permanencia y de aprendizaje porque una big band es un laboratorio de ideas, un espacio de encuentro y comunicación entre sus miembros, un lugar de aprendizaje y formación, y, si me apuran, una extensión educativa de la escuela: la música es la más elevada de las llamadas bellas artes y el jazz cuenta entre las más importantes manifestaciones culturales surgidas en el siglo XX.

Ya lo dijo el trompetista Roy Hargrove a propósito de la big band que reunió para el proyecto Emergence (2009):

«Todos sabemos de dónde venimos»

Que hoy día el presente y futuro de estas grandes formaciones es una realidad cargada de significado es indudable y la prueba la tienen aquí mismo, en el escenario, frente a ustedes.

La Clasijazz Big Band Profesional que a lo largo de estos seis meses de residencia muda de piel y de corazón y de miembros como sierpe, pero siendo en esencia la misma, para abordar repertorios diversos y complejos, dispuesta a abrazar en su seno a nuevos y jóvenes intépretes como en esta velada reciben al joven baterista de la BigBandarx José Carlos González.

Guía de escucha: un repertorio

Para la ocasión Voro García ha gozado de generosa carta blanca y llevado de su libre albedrío y buen hacer ha seleccionado un popurrí de composiciones de variada adscripción estilística y autoría pero además ideados para formatos de menor envergadura —incluida una propia, “Bones”—, pero arreglados para big band post bop. Confiesa Voro en entrevista del programa televisivo Almería is different que las partituras de los arreglos se las cedió el gran trompetista estadounidense Jim Rotondi, a quien tuvimos ocasión de tener en esta sala en abril de 2016.

Tea for Two

Celebérrima canción del musical de 1925 No, No, Nanette con música de Vincent Youmans y libreto de Irving Caesar. Pronto alcanzó la categoría de significativo clásico jazzístico del que se conocen infinidad de versiones tanto vocales como instrumentales —por ejemplo, Ella Fitzgerald, Doris Day y, sin duda, la más sobresaliente, la del pianista Art Tatum. En este caso los arreglos son los escritos por el pianista Michael Abane para la WDR Big Band de Colonia.

From Now On…

Tema del trompetista estadounidense Scott Wendholt, incluido en su álbum homónimo publicado por Criss Cross Jazz en 1996, con arreglos del genial Jesús Santandreu, a quien precisamente tendremos al frente de la Clasijazz Big Band Profesional en fechas venideras, el 28 de mayo, si nada se tuerce.

The Shadow of Your Smile

Conocida y hermosa balada escrita  por Johnny Mandel en 1965 para el film The Sandpiper (Castillos de arena) e interpretada por el crooner Tony Bennett. No tardó en convertirse en ansiada y muy versionada canción tanto por vocalistas —Sarah Vaughan o Astrud Gilberto— como por instrumentistas —Bill Evans, Hank Jones, Oscar Peterson, Benny Carter, Sonny Stitt, Lou Donaldson, Scott Hamilton o Wes Motgomery, entre otros, incluida la inenarrable versión posterior del propio Bennett con el roquero mejicano Juanes—. Los arreglos son los del ya mencionado Michael Aben y Bobby Shaw.

Bluesette

Deliciosa y muy conocida canción del armonista Toots Thielemans, con arreglos del arreglista, compositor y multinstrumentista estadounidense Allen Carter. Pese a su carácter sencillo y su origen como canción para silbido —cabe recordar que Toots fue antes guitarrista y que adoptó la armónica cromática ya avanzada su carrera— y poco afín al jazz, no tardó en convertirse en revisitado clásico por figuras como Sarah Vaughan, Mel Tormé con Buddy Rich, Ella Fitzgerald en scat junto a Joe Pass o el pianista Hank Jones.

Revival

Poderosa composición en las más dura tradición hardbopera del saxo tenor George Coleman incluida en su álbum Big George (Affinity, 1980) al frente de un octeto integrado por Danny Moore (tp), Frank Stozier (sa), George Coleman y Junior Cook (st) Mario Rivera (sb) Harold Maburn (p) Lisle Atkinso (b) y Idris Muhammed (d). Destaca la versión que Eric Alexander, confeso seguidor de Coleman, incluyó en su álbum Revival of the Fittest (HighNote, 2009). Arreglos escritos por el trompetista Bill Mobley.

A tribute to Someone (How About Mr. Byrd)

Original del pianista Herbie Hancock incluido en su segundo álbum como líder, My Point of View (Blue Note, 1963), evidente tributo al trompetista Donald Byrd, mentor de Hancock y que además participa en el álbum. Los arreglos son del trombonista neoyorquino David Gibson.

Infant Eyes

Original del maestro Wayne Shorter incluido en el imprescindible álbum Speak No Evil (Blue Note, 1964) y arreglos del pianista Michael Abene. Hermosa y emotiva balada dedicada a su hija Miyako —«Veía la infancia en los ojos de Miyako, a todos los que en su día fueron niños», explicó Wayne a propósito del origen de la canción—. Refinado estándar, cuenta con excelentes versiones como la del organista Doug Carn —álbum Infant Eyes (Black Jazz, 1971) y de los saxos tenores Joe Lovano —Flights Of Fancy – Trio Fascination Edition Two (Blue Note, 2001) y Joshua Redman —Walking Shadows (Nonesuch, 2013).

Bones

Composición original de Voro García escrita para su último álbum Live at Jamboree (Sedajazz, 2017), arreglada por el pianista y compositor gallego Abe Rábade. Ignoro si existen versiones, pero debiera haberlas, a tenor de lo escrito por el crítico Jakob Baekgaard: «ideal para una blowing sessions…».

Y no resulta difícil imaginar los cambios de tempo con toda la orquesta meciéndose a compás como un oleaje sonoro y una sucesiva roda de vientos, trompetas, trombones, saxos…

¡La inabarcable grandeza de una big band!

Voro García, trompetista de fraseo limpio y cargado de emoción

Voro García (Sueca, Valencia, 1978). Empezó a tocar la trompeta a los 8 años en la banda de música de su pueblo natal. Continuó sus estudios musicales en el Conservatorio Luís Milán de Xátiva donde obtuvo grado medio. En 2005 recibió una beca para estudiar jazz y música moderna en el prestigioso Berklee College of Music (Boston), graduándose en 2007 magna cum laude. Allá tuvo ocasión de estudiar con maestros de la categoría de Joe Lovano, Greg Hopkins, Ellis Marsalis, Dave Douglas, Hal Crook, Ed Tomassi o George Garzone, entre otros. En 2008 ganó el II Concurso de Jovenes Músicos de la UPV de Valencia como mejor solista. En la actualidad reside en Valencia.

Se ha presentado en importantes festivales internacionales con diferentes proyectos, entre otros, Montreaux Jazz Festival (Suiza), Copenhagen Jazz Festival, Festival de Jazz de Sassari (Italia), Festival de Jazz de Campeche (Mexico), Manila Jazz Festival (Filipinas), Festival de Amersfoort (Holanda); así como en los festivales nacionales de los de Tarrasa, San Sebastián, Barcelona, Madrid, Valencia o La Coruña, Vigo.

Músico activo de la escena jazzística ha colaborado con numerosas figuras tanto nacionales como internaciones, realizando giras por Estados Unidos, México, Filipinas y gran parte de Europa. Ha colaborado con Peter Bernstein, Dave Kikoski, Bob Gullotti, Greg Hopkins, Dave Douglas, Bill McHenry, George Garzon, Perico Sambeat, Lee Konitz, Jorge Rossy, Eric Alexander o Rich Perry, entre otros y ha grabado con Michael P. Mossman, Mario Rossy, Carlos López, Ramón Cardo, Marc Miralta, Javier Colina, Terri Lyne Carrington, Jesús Santandreu, entre otros.

A lo largo de su carrera ha sido miembro de diversas formaciones musicales tanto de ámbito nacional como internacional, entre ellas, Perico Sambeat Flamenco Big Band, Sedajazz Big Band, Carlos López and the Last Minute Experience, Sergi Sirvent and the Octopussy, Clasijazz Big Band (Almería), Creative Ensemble Collective, Dave Kikoski European Quartet.

Al margen del jazz ha colaborado con artistas de otras querencias musicales, entre las que cabe destacar sus colaboraciones con el cantaor Miguel Poveda, participando en el álbum Coplas del querer (Universal, 2010) junto a Joan Albert Amargós y Juan Gómez Chicuelo y en el que también participó el trompetista granaino y ahora hermanado a la Clasijazz Big Band Pro, Julián Sánchez.

Al margen de su actividad como intérprete y compositor desarrolla una intensa actividad docente. En 2007 impartió un curso de un año de duración de improvisación y taller de big band en la Universidad Jaume I (Castellón) y ese mismo año, clases de combo y armonía moderna en la sede de Sedajazz (Sedaví, Valencia). En 2008 colaboró como profesor invitado en el Seminario Permanente de Jazz de Pontevedra (coordinado por Abe Rábade y Paco Charlín), y ese mismo año realizó junto a Carlos López y Oscar da Graça una master class sobre improvisación en el Conservatorio Superior de Música de Santiago de Compostela. En 2011 y 2012 fue invitado como profesor del Curso Profesional de Instrumentistas de Jazz en el Conservatorio de Música de Jobra (Oporto, Portugal). En 2012 impartió clases de trompeta en el Seminario Internacional de Jazz de Alhaurin de la Torre (Málaga) junto a destacados profesores como Peter Bernstein, George Garzone o Bob Gullotti. Desde el 2011 es profesor del Taller de jazz de Avinyó (Barcelona). En agosto de 2014 impartió clases en el Jazz-it-up en Macao (China), en el marco de los talleres que se desarrollan bajo los auspicios del Festival Internacional de Música de Macao organizado por la Oficina de Asuntos Culturales de dicha región.

En la actualidad es profesor de trompeta jazz e improvisación en el Conservatorio Superior de Música ‘Joaquín Rodrigo’ de Valencia

Voro’s dream songs: una discografía

Los sueños son aliento de vida, oriente en el camino y alimento del espíritu y su expresión concreta, la obra de arte, sea poema, relato, cuadro o fotografía. Una canción es un sueño que nace del agitado turbión de anhelos e inquietudes con la ineludible urgencia de explicarse a sí mismo y a los demás, de comunicar Un álbum es como un nido donde gorgotean mil sonidos y una discografía la biografía musical de su autor, un mensaje que al cabo del tiempo mudará en testamento imperecedero.

Voro volcó su primer y anhelado sueño, acaso a edad tardía, recién cumplida la treintena, pero con furia voraz, en el excelente álbum Vorocity (Mat Music, 2008), con el concurso de avezados cats, el pianista Albert Sanz, el contrabajista Dee Jay Foster y el finlandés André Sumelius a la batería e invitados de lujo, Perico Sambeat, el saxo tenor Vicente Macián y el recién desaparecido trombonista Toni Belenguer. Dos arreglos de clásicos del jazz —“My Little Girl” y “I’ll Be Seeing You”— y seis originales, “Dante”, “The Shortest” —guiño al maestro tenor Wayne—, “Baladí”, “Familias”, “Smile” para cerrar con “Vorocity”, canción que da nombre al álbum y reveladora y precisa tarjeta de la identidad musical del trompetista, en la que laten los ecos de ese largo trazo que va desde el poso de la tradición —Louis Armstrong— a los senderos por hollar, Dave Douglas, por ejemplo, con los obligados aportes de trompetistas como Miles Davis o de quien fue gran renovador de la trompeta, Woody Shaw, por quien Voro siente alta estima como expresaría en el álbum Reality Shaw. El álbum cosechó una excelente acogida por parte de afición y crítica especializada, «fresco y vanguardista», se escribió con certeza, el futuro es la esperanzada brisa de un nuevo amanecer.

Roommates (Jazzactivist, 2011), ahora en musical entente con músicos de aquí y allende los mares, y sin embargo compañeros de habitación —el saxo tenor Enrique Oliver, el pianista Leo Genovese y Dee Jay Foster y Jorge Rossy al contrabajo y batería respectivamente— es el contenedor de otros ocho inmensos y originales sueños cargados de jazz poderoso, post bop pero que escarban aún más allá de títulos sugerentes como “Borero”, referenciales —“Begués Blues”, alusivo al prestigioso campamento educativo o el rolliniano “Kalipso” con ese acento tan a lo Sonny— o cargados de fina ironía, “Los Superfluos”, de hilarante ritmo como “Hillbilly-Bop”, así como esas otras tres gemas sonoras reflejo de su espíritu vital y musical, “Josep”, “Adelphi’s Nest”, “Merken” y “Habitació d’aigua”. Apesadumbran esos largos cinco años de espera desde su anterior álbum, acaso por la avara desidia de la industria discográfica, o quizás, lo más seguro, porque lo bueno precisa de reflexión y que medie su justo tempo.

Para cualquier jazzman, y no solo trompetista, Woody Shaw (1944-1989) es obligado tránsito y huella indeleble y al maestro e innovador músico dedica el tercero de sus sueños en hermandad con el desaparecido amigo y trombonista Toni Belenguer, Reality Shaw (Sedajazz Records, 2015), en quinteto completado por el pianista Toni Vaquer, el contrabajista Mad Ridley y Santi Colomer a la batería y con el pianista Alberto Palau y el contrabajista Rubén Carlés en dos temas, incluidos como bonus track. Homenaje seminal a través de la recreación creativa de una muestra representativa de la obra dejada por Shaw, “Zoltan”, “Game”, “Jean Marie”, “Green Street Caper”, “Blues For Wood”, “Just a Ballad for Woody” y “Organ Grinder”. Sobresaliente inspiración tanto en las improvisaciones, estructura armónica y desarrollo melódica como en la búsqueda de un lenguaje abierto y audaz. Realmente Shaw, pero a lo Voro & Toni.

Live at Jamboree (Sedajazz Records, 2017), —registrado en vibrante directo en la legendaria sala barcelonesa Jamboree en agosto de 2917—, es el más reciente de los sueños musicales del trompetista. Con la trompeta y el fiscorno convocó a un quinteto de jazzmen internacional: el saxo tenor Chris Cheek, el guitarrista Peter Bernstein, Dee Jay Foster al contrabajo y el imprescindible baterista Jorge Rossy.

Seis íntimo sueños—“A la luz”, “Bones”, “Salto al vacío”, “Ibiza gris”, “Hell Glammer”, “Samba pa Tri”— y como final, “Stablemates” el conocido clásico del mítico saxo tenor y compositor Benny Golson. Composiciones hermosas y elocuentes, de nuevo reflejo de su emotivo ideario y musical —puede intuirse la referencia al compañero Toni en “Bones”— registradas en ese ámbito inigualable del directo que posibilita la empática comunicación con un público absorto, que asiente, guarda silencio y aplaude. Como nos tiene acostumbrados, Voro hace un uso envidiable de la formación de quinteto como vehículo expresivo idóneo para crear variadas cascadas de música enervante y hermosa.

«Composiciones que propician la improvisación, hermosas y de gran pegada, ideales para cualquier tipo de sesión de viento. Auténtico placer de una música que transmite energía. Voro toca con un tono brillante y bruñido, calentando el ambiente y desarrollando poderosos solos de altos vuelos, pero también capaz de el más delicado lirismo. Un buen ejemplo de su forma de trabajar con la narrativa de una melodía es “Bones”, comienza con la suave introducción del guitarrista Peter Bernstein creando un ambiente que Voro sombrea con una sutil sucesión de frases, para luego ir acelerando el ritmo en alternancia de solos y, al cabo, una degradación silenciosa hasta alcanzar el susurro». Jakob Baekgaard, “The Art of Quintet: Voro García & Magnus Thuelund”, All About Jazz (02.04.2018).

Y a modo de epílogo o coda final, un juego. Pinchen en el enlace infra, escuchen “Bones” a quinteto y luego, con la orquesta al unísono, cierren los ojos, recuerden lo escuchado y comparen con la cascada sonora que brama en el escenario.

https://youtu.be/39GBQq1OjHY

© José Santiago Lardón ‘Santi’ (Marzo, 2021)

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