A Alguien de Nadie
…dicen que aunque los sueños, sueños son, son incluso más reales que la terca realidad
Darn That Dream: Una noche en Copenhague
Alguien que es más de lo que entendemos por amigo, suerte de cofrade de esa suerte de religión sin dogmas ni papas, obispos ni cualquier clase de jerarquía y con un toque jazzy ácrata que es la vida, lleva ni sé el tiempo —casi el mismo que llevo esperando un cierto y ya célebre papelito— dándome la tabarra con el jazz danés, ¡Es el futuro, tío! ¡No veas! ¡Tienes que venir! ¿Qué no vas a venir a Copenhague?
¿A Copenhague? —me pregunto al alba de regreso no sé bien de donde zaherido por un ramalazo de curiosidad morbosa—. No, no conozco esa hermosa y habitable ciudad de escala humana, aunque si tengo algún conocimiento más allá de la celebérrima Sirenita —la pobre debe andar hasta la aleta dorsal de fotos, selfies o likes—, sus museos wikingos, las tiendas de diseño o la afabilidad de sus gentes.
¡Un festival de más de mil conciertos en una semana!, retumban en mi mente las palabras atropelladas de Alguien, y una sacudida de asombro casi me tumba. Mil conciertos, pienso, y echo cuentas con los dedos de manos y pies —que no bastan—, tantos no creo haber escuchado en mi vida, y me imagino la ciudad cubierta por una inmensa nube de smog musical, el fantasma de Ben Webster apostado en una esquina con su saxo de sonoridad ancha y ruda como el bramido de la sirena de un vapor, a Charlie Parker subiendo y bajando como un poseso la espiral de escaleras del chapitel de la iglesia de El Salvador persiguiendo lo que tocó mañana, a Bud Powell saltando sobre el teclado de los adoquines y dejando a su paso un reguero de armonías inverosímiles, a Horace Parlan voceando que lo importante es volver a la tradición, y a las puertas del Jazzhus Montmartre el pianista Kenny Drew comparte un pitillo y unas carcajadas con un zumbón Desiderio Dexter Gordon que resuenan con la intensidad de Darn That Dreamy cuyo eco se expande en el aire como si de una colosal jam se tratara, y alza su tenor al cielo y las manos de Bean Hawkins lo toman y juntos atacan Daddy Plays the Horn con el ineludible auxilio de Lisa ‘Rollins’ Simpson, mientras a un par de metros aguarda turno una retahíla de vikingos, sin casco ni cuernos sino con instrumentos entre las manos: el violinista Svend Asmunsen, los trompetistas Palle Mikkelborg y Jens Winther, los contrabajistas Mads Vinding, Jesper Lundgaardy, y como iba a faltar NHØP, el saxofonista Bent Jaedig, el guitarrista Pierre Dørge, el batería Alex Riel, el pianista Carsten Dahl, la saxofonista Christina Dahl, y vestidas de gala las Sophisticated Ladies, y el pianista Olivier Antunes, y los que van llegando, salidos de la negrura de la noche como espectros sonoros formando una cola que se difumina entre la neblina báltica, y otras gentes que no llevan en sus manos instrumento alguno sino meras ganas de escuchar historias y, abriéndose paso entre la muchedumbre, viene la Sirenita que ha cumplido su turno laboral de añagaza turística, con la recaudación en una talega y vestida con un chal de fantasía, ha empuñado la concha marina que esconde bajo la piedra donde yace para unirse a la fiesta con su barítono retumbo de mar.
¡No es posible! Echo en falta a Jakob Dinesen, Heine Hansen y Martin Andersen, pero no teman, no son olvidadizos que en unos segundos asomarán a este escenario de Clasijazz para hacernos partícipes, junto al camaleónico Bori Albero, de las mágicas noches danesas.
Atinan los manuales cuando aseguran que el jazz danés es uno de los más —diría el más—activos y dinámicos del continente y las razones no deben buscarse en ciencia infusa o predisposición genética alguna, sino en esa denostada tontuna llamada cultura que abarca desde entornos familiares propicios, adecuados programas educativos desde la escuela primaria donde la enseñanza de la música no es maría de trámite, centros profesionales como el Rhythmic Conservatory of Music de Copenhague, apoyo institucional, alta consideración social de los maestros o la receptividad de sus gentes.
Ojalá mañana las sombras de Alguien y Nadie zanganeen entre el laberinto de callejuelas de la Almedina, las encrespadas cuestas de La Chanca, las agrestes colinas de La Molineta o las plácidas orillas del mar persiguiendo una quimera sonora a la luz hechicera de la luna llena.
Audio: Darn That Dream by Dexter Gordon
*Nota bene:
Todos los personajes que aparecen en esta fábula residen o residieron en Copenhague, incluida la Sirenita. Los daneses por razón obvia, los estadounidenses porque allí hallaron el cobijo y reconocimiento que se les negó en su tierra. Bean Hawkins pater sax nunca vivió allí, pero su espíritu quiso estar presente al igual que el del otro pater sax Prez Young, que tuvo que ausentarse para cuidar en body and soul a Billie Holiday. Alguien y Nadie son meros recursos literarios cuya identidad a nadie importa.
*Old Impressions: edición digital de programas de mano y otros textos publicados solo en papel. Presentación del concierto Jakob Dinesen Quartet. Clasijazz, 10.04.2015
© José Santiago Lardón ‘Santi’ (10 de abril de 2015)