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Scatter the Atoms That Remain with special guest Gary Bartz. «Liberar el espíritu»


- 15 mayo, 2023 - 0 comments

Scatter the Atoms That Remain & Gary Bartz

Franklin Kiermyer (batería, líder) Gary Bartz (saxo alto y soprano)

Davis Whitfield (piano, director musical) Géraud Portal (contrabajo)

Clasijazz. Sala Principal, jueves, 1 de junio de 2023. 21:00 H

Scatter The Atoms That Remain

Scatter the Atoms That Remains (Dispersa los átomos que quedan), denominación inspirada en la espiritualidad budista de Franklin Kiermyer y en una canción que a modo de consejo le cantó su maestro espiritual, Karma Triyana Dharmachakra:

“Toma este gran cadáver de los cinco skandhas y quémalo en nombre del desinterés. Esparce los átomos que quedan en el espacio del Dharmadhatu y en el Dharmadhatu del no apego…”. Khenchen Tsutrim Gyamtso Rimpoché.

Los orígenes de la banda se remontan a 2016 cuando Franklin formó un nuevo cuarto con jóvenes músicos: el saxo Lawrence Clark, el pianista Davis Whitfield y el bajista Otto Gardner. Grabaron el álbum Closer to The Sun (Mobility Music, 2016). El buen resultado de la experiencia le llevó a plantearse un nuevo reto, ahora brindando más espacio y tiempo para desarrollar la creatividad de los músicos. Davis Whitfield y Otto Gadner deseaban continuar pero el saxo Laurence Clark decidió que no era momento adecuado para él. A finales de 2016 buscaron un sustituto, suerte que recayó en Jovan Alexandre.

El cuarteto  se instaló en un estudio en Greenpoint (Brooklyn) donde comenzaron un intenso proceso de ensayos y actuaciones diarias en escenarios de Nueva York y alrededores como Smalls, Minton’s Playhouse, Smoke, Black Eyed Sally’s, Zinc Bar o Rockwood Music Hall. Durante los siguientes seis meses el grupo grabó tres álbumes con nuevo material.

A finales de 2017, decidieron darle a la banda su propio nombre para diferenciar esta nueva música de lo que Franklin había hecho antes. Davis sugirió que el nombre debería referirse de alguna manera a la práctica espiritual de Franklin.

«Lo primero que me vino a la mente fue una canción espontánea que mi maestro me había cantado muchos años antes cuando me instruía a practicar chöd»:

“Toma este gran cadáver de los cinco skandhas y quémalo en nombre del desinterés. Esparce los átomos que quedan en el espacio del Dharmadhatu y en el Dharmadhatu del no apego…”. Khenchen Tsutrim Gyamtso Rimpoché.

Y de este modo la banda fue bautizada como Scatter The Atoms That Remain. En febrero de 2018 la banda debutó en el Dizzy’s Club del Jazz At Licoln Center con un rotundo éxito:

«…una sensación de catarsis compartida a través de la música que es a la vez majestuosa, feroz y reconocible. Scatter The Atoms That Remain canaliza el tipo de intensidad hermosa y disciplinada ejemplificada por el difunto John Coltrane. Este tipo de espiritualidad universal, aconfesional, simplemente se siente bien». Jazz At Lincoln Center.

Durante el siguiente año alternaron el tiempo entre giras y sesiones intensas de estudio. A finales de 2018 firmó un contrato con la discográfica Dot Time para reeditar el álbum Solomon’s Daughter y publicar el álbum debut de la nueva banda.

Exultation, coproducido por Kiermyer y Michael Cuscuna apareció en septiembre de 2010 con los miembros originales del grupo —Jovan Alexandre, Davis Whitfield, Otto Gadner y Franklin Kiermeyer con un repertorio de 9 composiciones cuyos títulos avisan de la orientación de la música (Transformation, Between Two Suns, Processional, The First  Bardo, Exultation o The Promised Land).

Michael Cuscuna, coproductor del álbum escribió al respecto:

«Franklin Kiermyer ha encontrado el vehículo perfecto para su espíritu. Scatter The Atoms That Remain combina las fuerzas emocionales, espirituales y compositivas que se remontan a su célebre álbum Solomon’s Daughter. Franklin ha continuado el legado de Coltrane no como una banda tributo sino como un punto de partida para ayudar a construir mundos desconocidos. Este conjunto es un cuarteto formidable. Mientras escuchas este álbum sentirás la comunicación entre los músicos y el respeto que se tienen el uno al otro. Como afirma la banda en su sitio web, el alma, el corazón, las cualidades que nos hacen libres… este poder transformador de la música es de lo que trata Scatter The Atoms That Remain».

A lo largo de la gira de presentación del álbum tanto en Estados Unidos como en países europeos fue recibido con gran éxito y una respuesta entusiasta:

«Llámalo inspiración, embriaguez o éxtasis. Lo sientes cuando está ahí y el sentimiento estaba inequívocamente presente”. Guy Peters, Enola, Bélgica.

«Scatter The Atoms That Remain proporcionó lo más destacado. El pianista Whitfield disolvió su endiablado piano apoyado por el bajista Gardner. El baterista y líder del grupo Franklin Kiermyer dirigió todo con mano(s) magistral(es). ¡Olvídate de Kamasi Washington, ¡Esto es lo real!” Jazzenzo Magazine, Alemania

Pese al éxito a mitad de la gira el saxofonista Jovan Alexandre decidió retirarse por problemas de salud pero completó la gira. Buscaron de nuevo un sustituto que se adaptara a un música que exigía una alta interacción intuitiva y eligieron al joven saxofonista Michael Troy que permaneció en la banda hasta de marzo de 2020.

Mientras preparaban un segundo álbum se impusieron las restricciones derivadas del Covid 19 impidiendo reunirse y realizar actuaciones. Durante el periodo de confinamiento Kermeyer y Whitefied publicaron una serie de videos a dúo y trío realizados sobregrabando las improvisaciones de cada uno desde sus respectivos hogares. Los vídeos grabados a trío contaron con diversos invitados, entre otros, el saxofonista Ben Solomon y el guitarrista Eric Schenkman de la banda Spin Doctors.

Emanciptaion Suite (Mobility Music, 2022), el segundo álbum de la banda se grabó dos semanas antes del confinamiento. Ideado a modo de suite incluye extensas compsiciones —Equality / Compassion / Liberation, ahora con el joven saxofonista Emilio Modeste, originario de Virginia y asentado en Nueva York y con Davis Whitfield como director musical.

En las notas del álbum se habla del acto de emancipación en sentido amplio, como una liberación de cualquier tipo de restricción, del control o poder de otro, de la esclavitud o de cualquier influencia controladora, sean costumbres o creencias tradicionales. Una emancipación que también es liberación del espíritu, alma o naturaleza proclamando una emancipación como liberación de conceptos y hábitos que nos frenan. Y esa liberación del alma es el principal y mayor propósito de la música:

«Con amor y aprecio por nuestra humanidad compartida, dedicamos esta música a la emancipación en todo su significado. Que todos seamos liberados de la esclavitud en cualquier forma que pueda tomar. Que todos hagamos lo que podamos para ayudarnos unos a otros a ser libres».

En esta presentación de Scatter The Atoms That Remain en Clasijazz tendremos a dos de sus miembros fundadores, su líder y batería Kiermyer nos visita por primera vez, su pianista y director musical Davis Whitfield estuvo con nosotros junto al trompetista Félix Rossy en 2015. También nos visitaron el contrabajista Géraud Portal acompañando a la cantante Jazmenia Horn en abril de 2018, así como Gary Bartz en un memorable concierto en marzo de 2016.

Gary Bartz (saxo alto y soprano)

Gary Bartz (Baltimore, Maryland, 1940). A lo 6 años ya había decidido ser músico, primero como batería y luego, tras descubrir la música de Charlie Parker, como saxo alto, instrumento que le regalaron sus padres al cumplir los 11 años. Creció en un ambiente musical propicio, sus padres eran dueños del club de jazz North End Lounge en el que actuaban grandes  figuras y donde llegó a tocar con músicos como George Benson o los Jazz Messengers  de Art Blakey con quienes cubrió una vacante de saxo. Después fue invitado a unirse a ellos en lo que fue su debut discográfico: Soul Finger al que siguió Hold On, I’m Coming (1966).

Con 17 años, terminada la escuela secundaria, se trasladó a Nueva York para estudiar en Julliard Conservatory of Music pero, sobre todo, aprender tocando como confesó:

«Era un buen momento musical en la ciudad, el final de la era bebop. Charlie Parker murió tres años antes, pero el grupo de Miles estaba en su apogeo, Monk en el Five Spot, y Ornette Coleman en la ciudad».

En aquella época se le podía ver en el gallinero del Birdland disfrutando de las maratonianas jam sessions. “Si no tenía dinero para la entrada, ayudaba a llevar la batería y me colaba. Aprendí desde el principio”, bromea. En Julliard permaneció solo dos cursos porque la enseñanza que consideraba demasiado formal le atraía menos que tocar con músicos como el trombonista Graham Moncour III o el trompetista Lee Morgan.

A mediados de la década de 1960, aún veinteañero, comenzó a tocar en la ciudad con destacadas figuras y formaciones. Fue miembro del Jazz Workshop de Charles Mingus (1962-1964) donde trabajó con Eric Dolphy y conoció a McCoy Tyner a quien le uniría una gran afinidad musical, durante un brever periodo con los Jazz Messengers de Art Blakey, pero sobre todo con el grupo de Abbey Lincoln y Max Roach que fue quien le ofreció su primer trabajo de envergadura, participando en la grabación de Members, Don’t Git Weary (Atlantic, 1968). Destaca, además, su larga e intermitente colaboración con el pianista McCoy Tyner iniciada en 1968 y reflejada en una decena de álbumes, algunos tan emblemáticos como Expansions, Extentions o Illuminations, ganador  de un Grammy en 2005. Esta colaboración fue de gran significación debido al íntimo vínculo de Tyner con John Coltrane, a quien Bartz cita como una profunda influencia.

Pronto se corrió la voz de que había surgido el saxo más prometedor desde Cannoball Adderley, catapultando su carrera y convirtiéndole en músico solicitado.

En 1970 Miles Davis le llamó para sustituir durante un año a Wayne Shorter para la gira de Bitches Brew, fue su primera experiencia con la música eléctrica. Con Miles participó en álbumes como Live Evil, Bitches Brew Live y en The Cellar Door Sessions recopilatorio de las grabaciones en el club grabadas en 1970, publicado por Columbia años después, así como en numerosos conciertos, entre otros en el festival Island of Wight en agosto de 1970.

En 1968 formó su propia banda y firmó con la discográfica Milestone. Debutó con Libra (Milestone, 1968) en quinteto con Jimmy Owens, Albert Dailey, Richard Davis y Billy Higgins. Excelente álbum que incluye originales como Libra, Wester  Blues, Air and Fire o Freedom One Day y una composición de su admirado Parker (Bloomdido).

Le siguió Anothert Earth (Milestone, 1969) con Pharoah Sanders, Charles Tolliver, Reggie Workamn, Freddie Waits y Stanley Cowell. Celebrado por la crítica incluyó originales como el extenso Anther Eart, Dark Nebula, UFO o Perhelion and Aphelion.

Destacable fue la creación a principios de la década de 1970 del grupo NTU Troop —nombre inspirado en el vocablo ntu que en lengua y filosofía bantú significa unión de todas las fuerzas espirituales y sensitivas, unidad en todos los ámbitos, tiempo y espacio, vivos y muertos, lo visto y lo no visto—. Con este proyecto fusionó en de modo eficaz y vibrante música folclórica africana, blues, soul, funk, hard bop y jazz de vanguardia y espiritual y cuyos conceptos se  anticiparon dos décadas a las actuales bandas de jazz hip hop y acid jazz.

Hasta 1975 trabajó intensamente  con la banda, publicando excelentes álbumes como Uhuro Sasa (1971) Harlem Bush Music (1971) al que se unió el vocalista Andy Bey permaneciendo varios años, Juju Strets Songs (Prestige, 1972),  Follow the Medicien Man (Prestige, 1973), I’ve Known Rivers and Other Bodies (Prestige, 1973) basado en la poesía de Langston Hughes y considerado como uno de los álbumes de jazz fusion más veneradas de la década y una gran influencia para dos generaciones de músicos. Singerella: A Ghetto Fairy Tale (Prestige, 1974) fue el último grabado con NTU Troop. La banda —en la que participaron músicos de variada procedencia estilística como Jamie Booth, Harond White, Howard King, Sttaford James, Hubert Eaves, James Benjamin o el citado cantante y teclista Andy Bey— tuvo una gran acogida y repercusión internacional.

De forma paralela desarrolló una apretada agenda de actuaciones y grabaciones. Colaboró con el batería Norman Connors a lo largo de toda esta década, incluida su participación en el innovador álbum de soul jazz Dance of Magic (Cobblestone, 1972). Y ese mismo año lo hizo en el celebrado álbum de Jackie McLean Ode to Super (SteeppleChase) y en 1973 grabó Altissimo (Philips) junto a los saxos altos Charlie Mariano, Lee Kontiz y Jackie McLean.

En 1975 publicó The Shadow Do (Prestige) junto a algunos miembros de NTU y de la banda de Miles Davis como Reggie Luca o Michael Henderson. Dos años después y junto a un elenco de invitados —Syreeta Wrigth, Larry Mizell, George Cables, Eddie Henderso, Howard King, entre otros—, publicó el exitoso Music Is My Sanctuary (Capitol), álbum que resultó demasiado funky para la mayoría de los críticos de jazz.

Durante el resto de la década se  mantuvo en la misma línea de jazz con influencias  funk publicando álbumes como Love Affair (Capitol, 1978) y Bartz (Arista, 1980).

La mayor parte de la década de los ochenta alternó su labor de colaborador y acompañante con la de líder de sus proyectos. Trabajó con frecuencia con el batería Norman Connors así como con los hermanos Mizell. También volvió al hard bop junto a los trompetistas Donald Byrd y Woody Shaw, pero también liderando álbumes como Monsoon (SteepleChase, 988) con Butch Lacy, Clint Housto y Billy Hart; Reflections on Monk (SteepChase, 1989) a quinteto junto a Eddie Henderso, Bob Butta, Geoff Harper y Billy Hart o West 42nd Street (Candid, 1990) también a quinteto con el trompetista brasileño Claudio Rodditi y John Hicks, Ray Drummond y Al Foster en la sección rítmica. Álbum elogiado por la crítica y que «marcó el inicio de un gran desarrollo de su potencial que mantendría a lo largo de los años 90, y en el que se dio muestras de su ingenio y lirismo. Una joya muy recomendable», reseñó Scott Yanow en All Music.

Con There Goes the Neighborhood (Candid, 1991) con el pianista Kenny Barron, Ray Drummon y Ben Riley se mantiene en la línea iniciada en el anterior álbum dando muestras de su exuberante potencial y feliz regreso a las expectivas que había creado en los años sesenta y en la misma onda esta Shadows (Timeless, 1992)  junto al pianista Bennie Green, el bajista Christian McBride, el baterista Victor Lewis y el saxo Willie Williams.

Tras firmar con el sello Atlantic publicó uno de sus álbumes más señalados, Red & Orange Poems (Atlantic, 1995) para el que contó con el trompetista Eddie Henderson, el piansita Mulgrew Miller, Dave Holland al contrabajo y Greg Bandy a la batería y que Bartz definió como “un relato musical de misterio y considerado por la crítica como uno de sus trabajos más brillantes. All Music lo reseñó como una muestra más de su gran expresividad y plenitud de forma a través un repertorio de clásicos y originales.

Le siguieron álbumes como Episode One. Children of Harlen (Challenge, 1994) en cuarteto con el pianista Larry Willis, el bajista Buster Williams y Ben Riley a la batería. Destaca además Blues Chronicles: Tales  of Life (Atlantic, 1996) a quinteto (Tom Williams, George Culligan, James King y Greg Brandy) con excelentes e imaginativas composiciones y en el que deja constancia de su firme convicción del poder de la música como paliativo y recurso para la reflexión, con el concurso de la alegría y la profunda tristeza del blues. Entre medias Alto Memories (Verve, 1995) nueva introspección en el lenguaje del saxo alto junto a Sonny Fortune, Kenny Barron, Buster Williams y Jack DeJohnette.

Y curioso es el álbum, entre otros de los años 90, Music for Ebbe: Live at San Sebastian (El Delirio), grabado en directo el 27 de julio de 1997 en Festival de Jazz de San Sebastián como homenaje al histórico periodista danés Ebbe Traberg y en el que participaron Jeanne Lee, Jorge Pardo, Jesper Lundgaard o Alex Riel, entre otros.

Inició el nuevo milenio en su rol de colaborador con músicos como el guitarrista Jarek Smietana en African Lake (Starling, 2000) junto a al bajista  Cameron Brown y el trompetista Jeremy Pelt, entre otros. Codirigó con el organista Kankawa Jazz Time (Coolriver, 2003) y colaboró como invitado junto a Billy Harper en el álbum del trompetista Malachi Thompson & Africa Brass Blue Jazz (Delmark, 2003)

En 2003 se unió al departamento de Estudios de Jazz del Conservatorio de Música de Oberlin, Publicó Soprano Stories (Oyo Records, 2005) con los pianistas John Hicks y George Cables, el bajista James King y el batería Greg Bandy, su primera grabación realizada solo con el saxo soprano. Los siguientes siete años los pasó dedicado a la enseñanza, tocando solo de  forma esporádica. En 2005 recibió un Grammy por su trabajo como acompañante en el álbum de McCoy Tyner Illuminations (2005).

Volvió a la escena en 2012 con el celebrado álbum Coltrane Rules: Tao Music Warrior que publicó en su propio sello OYO, basado en el célebre volumen I de los archivos de John Coltrane. Participaron el pianista Barney McAll, el bajista James King y Greg Bandy a la batería. La música es una profunda exploración de la música de Coltrane a través de algunas de sus composiciones y de originales del propio Bartz. Las grabaciones se realizaron en varias sesiones realizadas en 2000 y 2008 pero se publicaron en 2012 en OYO la discográfica que creó para editar con entera libertad su música.

En 2015 fue invitado destacado en la partitura  electroacústica del saxofonista Allen Lowe para Man with Guitar: Where’s Robert Johnson? Ese mismo año recibió el premio Living Legacy Award de MNY Mellon Jazz 2015.

De honda inspiración parkeriana no dejó pasar la ocasión de rendirle tributo a Parker en su centenario junto a los altoist Vincent Herring y Bobby Watson con David Kikoski, Yasushi Nakamura y Carl Allen en la sección rítmica grabado en directo en el club neoyorquino Smoke y recogido en Bird at 100 (Smoke Sessions, 2019), con un repertorio de composiciones de Parker y de los miembros del grupo.

En 2019, Bartz celebró el 50 aniversario de su Another Earth en el Festival de Jazz de Newport junto a Ravi Coltrane y el personal original como el trompetista Charles Tolliver y el batería Nasheet Waits. Un año después colaboró con el sexteto de jazz funk londinense Maisha en Night Dreamer: Direct to Disc Sessions (Night Dreamer, 2020). Y un año después colaboró con los multiinstrumentistas Adrian Younge y Ali Shaheed Muhammad en un álbum de su serie Jazz Is Dead titulado Gary Bartz y  el que reformula de nuevo la mixtura de estilos que han caracterizado su carrera y en que incluye originales como “Spiritual Ideation” o Distant Mode”.

De gran carga emotiva es el homenaje a su amigo y compañero el trompetista  Woody Shaw publicado a finales de 2020 como álbum digital con el título de Two MF’s. Musical Friends. Recoge un directo de 1986 en el club de Baltimore The Closet donde Bartz realizaba una residencia durante dos largos años.

*

Destacado saxo alto, compositor, director de banda, educador y solicitado acompañante es uno de los auténticos pioneros de la fusión del jazz y su influencia se extiende a emergentes músicos de la actualidad como el saxofonista Kamasi Washington, la trompetista británica Yazz Ahmed o el saxofonista también británico Shabaka Hutchings, entre otros.

Hay hombres, creadores o músicos, cuya vida parece escrita en los márgenes, o al margen, de la historia oficial, que se salen de las convenciones propias de su arte, en este caso eso que conocemos como jazz. Gary Bartz es uno de ellos. Un luchador infatigable o un guerrero en esa tenaz y pacífica batalla que es la música, como escribe en el texto Music Power incluido en su álbum Coltrane Rules: Tao of a Music Warrior. Desde siempre, como otros grandes creadores, circundó las complejas y fecundas orillas de la música negra americana, un abismo de plenitud y riqueza casi inabarcable y de un futuro de arduo vaticinio porque se construye paso a paso, como una aventura o un viaje. Es por eso por lo que, como otros avant-garde, rechaza el término jazz, acaso por juzgarlo demasiado restrictivo para su música, para una música en constante mudanza.

En la voz de Gary Bartz anida una sonoridad triple, o una santa trinidad saxofonística: Charlie Parker, Sonny Rollins y John Coltrane. Parker en el origen y razón última por la que optó por el alto pero también la de esos dos inmensos tenores que son Rollins y Coltrane, origen de su querencia por los registros graves del instrumento. De Rollins tiene el deje quebrado y poderoso y de Coltrane la hondura espiritual de su música, sus cascadas o cortinas musicales. De todos ellos su gran lirismo melódico.

Franklin Kiermyer (batería, líder)

Franklin Kiermyer (Montreal, Canadá, 1956). Nació y creció en el seno de una familia en la que la música era esencial. A los 8 años su abuelo le regaló un tambor y se formó escuchando discos de grandes maestros del jazz como Count Basie, Duke Ellington, Kid Ory o Fats Waller, así como a bateristas como Baby Dodds, Sid Catlet o Gene Krupa que luego influyeron en su forma de tocar.

De formación esencial autodidacta, recibió lecciones esporádicas  de percusión clasica desde los 12 a los 16 años y luego se centró en la batería. Comenzó su carrera profesional en clubes y fiestas privadas con su profesor de música del instituo, Tony Kershaw, saxofonista británico afín a Stan Getz. Durante la adolescencia y por mediación de un amigo descubrió la música del cuarteto de John Coltrane de mediados de los años sesenta, con el batería Elvin Jones, que le impacto de forma profunda y duradera: «álbumes como Transition, Sun Ship y First Meditations se convirtieron en grandes inspiraciones para mí».

El rico ambiente musical de Montreal de su adolescencia por la que pasaban las grandes figuras del jazz —Dexter Gordon, Art Blakey, Charles Mingus, Ellington, etc.— contribuyó de forma esencial en su educación musical.

Tras dejar la universidad a los 18 años, comenzó a realizar giras con bandas de r&b de Estados Unidos integradas por músicos que conoció en Montreal. Después, al cabo de dos años, dejó las giras y regresó a Montreal para centrarse en el estudio del instrumento pero al cumplir los 21 años un incendio en su estudio destruyó sus pertenencias, incluida la batería y la música que había escrito. Se instaló en un estudio prestado en Amherst donde ensayó con una batería Gretsch. Luego se trasladó durante unos nueve meses a París donde se presentó en algunos cluves y en sesiones de estudio para grupos de música pop.

De regresó a Montreal entró en contacto con algunos músicos jóvenes conocidos con los que estableció una relación cercana, aunque Franklin buscaba otros horizontes, que pronto alcanzó organizando sus propios proyectos con los mejores músicos que podía. Su objetivo fue practicar con la batería, componer para profundizar en su visión e improvisar  con destacados músicos para  desarrollar su forma  de tocar. Fruto de ello fue la grabación de su música en un álbum con el saxofonista Carter Jefferson, el bajista Juini Booth y su amigo Fred Henke al piano. Después organizó algunas noches en el Grand Cafe con el saxofonista Jerry Bergonzi y el guitarrista Mick Goodrick. Al año siguiente, grabé duetos con el percusionista Don Alias y luego, unos meses después, duetos con el guitarrista John Abercrombie.

A los 26 años, buscando inspiración y nuevas oportunidades, se trasladó a Nueva York, ganándose el sustento con trabajos ocasionales, frecuentando los clubes de jazz donde tocaba con los músicos que iba conociendo y participando en los pocos conciertos que se presentaban.

Un año después las dificultades de sobrevivencia en Nueva York le empujarón a Toronto en busca de tiempo y espacio para centrarse en desarrollar su visión musical. Allí entró en contacto con el saxofonista  Michael Stuart, que había formado parte de la banda de Elvin Jones. Junto a Stuart desarrollo una intensa actividad, logrando un avance en su nivel interpretativo que le permitía lograr lo que pretendía, pero al año volvió de nuevo a Montreal.

Confundido tardó tiempo en volver a trabajar porque pese a los deseos por tocar no se sentía preparado ni tenía un formato y repertorio que funcionara. Atraído por la sección de percusión del primer movimiento del Concierto para Orquesta de Béla Bartók comenzó a escribir con esta finalidad y en otoño de 1986 la grabó con un cuarteto  de metales dirigio por el trombonista Alain Trudel. Con esta grabación como presentación comenzó a dividir su tiempo entre Montreal y Nueva York.

A final de la década de 1980 se instaló de nuevo en Nueva York donde residió las siguientes dos décadas. Era la época del apogeo del movimiento neoconservador del jazz pero la música de Franklyn buscaba más la creación. Buscó conciertos en pequeños locales de la ciudad y grabó su primer álbum Break Down The Walls (Konnex, 1992), elogiado por la crítica, y cuyo forma de tocar fue comparada con una intensidad similar a la de Elvin Jones. «No es free jazz, ni out jazz. Es una composición realizada metódicamente en el lenguaje modal del jazz que revela su deseo insaciable en cada compás», reseño All Music Guide.

Su siguiente álbum, In The House of My Fathers (Konnex, 1993) con Dave Douglas, John Stubblefield, John Esposito y Anthony Cox se centró más en la improvisación y recibió elogiosas críticas.

Solomon’s Daughter (Evidence, 1994) es un paso más en su búsqueda musical. Contó con la colaboración del saxo tenor y excompañero de John Coltrane Pharoah Sanders y con el pianista John Esposito y el bajista Drew Gress y composiciones propias como “Peace on Earth”, “Birds of the Niles”, “Solomon’s Daughter” o “Three Jewells”. Álbum acogido con unánimes elogios: «Música feroz para un álbum memorable, una auténtica joya» reseños Scott Yanow en All Music.

«La iglesia de Coltrane tiene un nuevo sacerdote muy agudo: Franklin Kiermyer, un carismático baterista de 38 años que está llevando el estilo eruptivo del jazz del difunto dios del saxofón al reino del ritmo puro. El saxofonista Pharoah Sanders, un discípulo original de Trane, contribuye con la credibilidad de un anciano. Kiermyer toca (y compone) con una creencia casi evangélica en el jazz como forma de pura inspiración». Entertainment Weekly.

El propio Kiermyer confesó que con esta grabación había logrado parte de sus pretensiones y que había alcanzado un hito

El éxito del álbum le brindó ofertas de trabajo como líder en destacados escenarios y festivales. Formó un nuevo cuarteto con el saxo Michael Stuart, John Esposito y el bajista Don Richards y tras una serie de giras publicó Kairos (Evidence, 1996) en el que experimenta su percusión con la de diversas músicas rituales tradicionales. En algunos temas colaboran además los saxos Eric Person y Sam Rives. El álbum fue, de nuevo, acogido con entusiasmo: «En Kayros Kiermyer pulsa y empuja a su grupo a la mitad de la era de Impulse de Coltrane». Washington City Paper.

Pese a todo, su frustación permanecía, si bien su actitud estaba cambiando y al cabo de un año pensó que debía dar un nuevo paso, con menos composición y confiando más en la espontaneidad:

«Entonces comencé a comprender los elementos más profundos de la música, que tendría que abordar las condiciones personales subyacentes que permiten que se manifieste música como esa. Me di cuenta de que tenía que abrir más mi corazón y mi mente. Había estado buscando a mi alrededor lo que estaba frenando la música, pero finalmente fui yo. Me volví más hacia la práctica espiritual. Empecé a pasar más y más tiempo solo en mi piso, meditando y estudiando».

Estableció contacto con Karma Triyana Dharmachakra y tuvo ocasión de grabar con Umdze Lodro Samphel, uno de los principales músicos rituales del linaje Kagyu (una de las cuatro escuelas principales del budismo tibetano). Bajo esta inspiración desarrollo un plan para una grabación basada en esta liturgia, registrada en el álbum Auspicious Blazing Sun (Sunship, 1999) en el que participaron Umdze Lodro Samphel y monjes del linaje Kagyu tocando instrumentos rituales. Franklyn confesó la importancia del encuntro con el maestro tibetano: «Atisbé la profundidad y la apertura que sabía que estaban en el origen de la gran música» y siguiendo sus instrucciones pasó la mayor parte de los siguientes doce años centrado principalmente en la meditación y la práctica, a menudo en remotos retiros solitarios en el Himalaya y otras partes del sudeste asiático.

Durante ese periodo regresó brevemente a Nueva York y grabó Sanctification (Sunship, 2000) a cuarteto con Michael Stuart, John Esposito y Fima Ephron en el bajo, álbum de nuevo bien acogido y considerado por Jazz Times como «la turbulenta atmósfera de un viaje hacia la iluminación».

Alentado por sus logros y por la libertad de su concepción musical basada en la meditación, abandonó la batería durante unos seis meses para centrarse en la reflexión, por recomendación de su maestro y cuando volvió a tocarla experimentó un gran paso en su soltura y apertura. En este momento estudiaba el Uttaratantra Shastra (Tratado sobre lo sublime), texto que incluye un texto de Buda que describe la naturaleza primordial del ser humano. Su profesor le pidió que compusiera música usando los doce versos que hacen referencia a la metáfora del tambor: “Aquel que ha llegado a la Verdadera Naturaleza es como Indra, un tambor, nubes y Brahma, y como el sol, una joya preciosa, y un eco, el espacio y también la tierra”. Maitreya’s Gyu Lama.

El álbum Great Drum of the Secret Mirror (Sunship, 2002), que incluye cada uno de los citados doce versos de tambor, incluye una gran diversidad de música espiritual tradicional, desde baile de templo del sur de la India hasta un conjunto de batería y balafón de inspiración africana.

Inspirado por la visión de formar una orquesta mundial de música extática integrada por músicos de varias tradiciones espirituales creó la Great Drum Foundation (GDF), organización sin ánimo de lucro y cuya finalidad era que la música y su práctica espiritual estuviesen más estrechamente relacionadas con lo que producía y compartía. Durante los siguientes años, GDF fue su foco de trabajo con actividades como los conciertos dominicales de los domingos por la tarde llamados Sound Revelations en Nueva York y en los que participaban músicos de las muchas comunidades espirituales de la ciudad y actuaciones con músicos de otros países llamadas Masters of Spirit,

En el otoño de 2004, con 48 años, se distanció del GDF y del resto de sus actividaes musicales para sumirse de forma completa en su camino espiritual, por recomendación de su maestro.

Al cabo del retiro, de unos tres años, azuzado de nuevo por la música decidió formar una nueva banda con el saxofonista Azar Lwarence, el pianista Benito González y Juini Booth a la batería con la que empezó a tocar. Con esta banda grabó el álbum Further (Mobility Music, 2014), que incluye originales como “Astrophisycal”, “Supplication”, “Maftir”. “Between Joy and Consequences” o “The Other Blues”. El álbum, producido por Michael Cuscuna.

La buena acogida del álbum despertó su motivación y decidió dar un nuevo paso pero con un enfoque nuevo. Pasó más tiempo en Nueva York escuchando a músicos más jóvenes y buscando ideas nuevas. Así reunió un cuarteto con el saxo Lawrence Clark, el pianista Davis Whitfield y el bajista Otto Gardner. Ensayaron a diario durante  cinco semanas componiendo canciones nuevas obra de Franklin y de los miembros del grupo. El resultado fue el álbum Closer to The Sun (Mobility Music, 2016), de nuevo producido con Michael Cuscuna. Durante cinco semanas, el saxofonista Lawrence Clark, el pianista Davis Whitfield, el bajista Otto Gardner y Franklin se reunieron todos los días de la semana para grabar durante tres horas. La mayoría de las canciones fueron creadas en el acto por Franklin y el grupo. Así narra Kiermyer la gestión creativa: «Incluía nuevas canciones y tocábamos mucho pero comprendí que era mejor centrarse en la interacción y dejar que las piezas evolucionaran de modo orgánico. Cantaba una melodía o tocaba una idea en el piano o la batería y la banda se desarrollaba esos temas. A veces, tomaba algo que tocaba uno de los otros y usaba las reacciones como punto de partida».

El resultado del álbum le llevó a comprender de que su búsqueda solo se alcanzaría brindando el tiempo y el espacio necesario para la creatividad de un grupo de músicos aventurados, valientes, apasionados y sensibles, es la única forma en que esta música puede lograr  lo que se supone que debe hacer. «No ha sido fácil encontrar a los músicos adecuados. Además del alto nivel de habilidad y experiencia en su instrumento y la profundidad de espíritu, uno debe comprometerse con el proceso de desarrollo como grupo, lo que requiere mucho tiempo y esfuerzo».

Un nuevo camino en el horizonte: Davis y Otto estaban seguros de continuar, pero el saxo Laurence Clark decidió que no era momento adecuado para él. A finales de 2016 buscaron un sustituto, suerte que recayó en Jovan Alexandre.

El cuarteto  se instaló en un estudio en Greenpoint (Brooklyn) donde comenzarón un intenso proceso de ensayos y actuaciones diarias en escenarios de Nueva York y alrededores como Smalls, Minton’s Playhouse, Smoke, Black Eyed Sally’s, Zinc Bar o Rockwood Music Hall. Durante los siguientes seis meses el grupo grabó tres álbumes con nuevo material.

A fines de 2017, decidieron darle a la banda su propio nombre para diferenciar esta nueva música de lo que Franklin había hecho antes. Davis sugirió que el nombre debería referirse de alguna manera a la práctica espiritual de Franklin.

«Lo primero que me vino a la mente fue una canción espontánea que mi maestro me había cantado muchos años antes cuando me instruía a practicar chöd»:

“Toma este gran cadáver de los cinco skandhas y quémalo en nombre del desinterés. Esparce los átomos que quedan en el espacio del Dharmadhatu y en el Dharmadhatu del no apego…”. Khenchen Tsutrim Gyamtso Rimpoché.

Davis Whitfield (piano, director musical)

Davis Whitfield (Baton Rouge, Lusiana, 1993). Creció en un ambiente musical, sus padres eran músicos. A los 5 años comenzó a tocar la guitarra y a los 8 años se trasladó a Jersey City (New Jersey) donde inició sus estudios de piano. Mientras cursaba la escuela secundaria fue admitido en la Jersey City University Visual and Performing Arts Program ejerciendo de pianista principal en su formación de jazz durante cuatro años. En 2008, aún en la secundaria, fue nombrado subdirector de la Jazz Standard Youth Orchestra, para la que escribió arreglos y actuó semanalmente en el neoyorquino club Jazz Estandard.

Completó su formación con una beca otorgada por la National Foundation for Advancement of the Arts y en 2011 asistió a la semana Young Arts Week in Miami (Florida). Recibió otra beca completa para asistir al taller de verano organizado por Berklee College of Music (Boston) en 2011 y otra  beca, en este caso la presidencial, del mismo centro, para  completar su licenciatura.

Desde entonces ha desarrollado  una intensa carrera musical, realizando giras por Estados Unidos y Europa —en España con el Félix Rossy Quintet—. Además actúa y viaja con su padre Mark—destacado guitarrista— y con su hermano Mark Jr.

Solicitado pianista ha tenido ocasión y tocar con prestigiosos jazzmen, entre otros, Jimmy Cobb, Michael Carvin, Tia Fuller, Antonio Sánchez, Eric Harland, Bob Guilotti, Dave Santoro, Jim Odgren, Ralph Peterson, Jason Palmer, Bob Kaufman o Yoron Israel, George Coleman, Jeff Tain Watts, Fatoumata Diawara, Robert Glasper o Pharaoh Sanders con quien tocó semanas antes de su fallecimiento en septiembre de 2022.

Desde 2016 mantiene una especial relación con el baterista Franklin Kiermyer como miembro fundador y director musical de la banda Scatter The Atoms That Remain.

Ha actuado en prestigiosos clubes de jazz, entre otros en los neoyorquinos Jazz Standard, Smalls, The Fat Cat o Smoke, así como en los de Massachuttse, Wally’s Jazz Cafe, The Lily Pad y Ryle’s Jazz Club y en el Snug Harbor de Los Ángeles. Además realizó una extensa residencia en el club Mezzrow neoyorquino.

Influenciado por legendarios pianistas como McCoy Tyner y Thelonious Monk, Davis ha creado un camino y una voz propia en el piano, en el que la tradición juega  un papel esencial en su ideario musical y que está muyu presente en la hoja de ruta con la que pretende hallar una auténtica e infinita belleza. Una forma de arte que no debiera tener fin, que sólo puede avanzar: “La belleza es la eternidad que se mira en un espejo”. Khalil Gibran.

Así se presenta el propio Davis en: http:www.Berkleemusic.com/Davis_Whitfield

«Mi nombre es Davis Whitfield y soy músico, artista, autor y compositor. Mi carrera está dedicada a la búsqueda (infatigable) de la ‘imperfecta perfección’. Componer, crear y/o realizar arte con y/o para otros son las cosas que más me apasionan. Mis sueños son viajar por el mundo, crear una serie de animación para televisión (y su adaptación a la gran pantalla) y escribir el guión de un biopic sobre los más importantes jazzmen de la década de 1960. Mi objetivo es llegar a cumplir todas las metas derivadas de mi formación. El jazz ha sido mi vida desde muy temprana edad porque tanto mi padre como mi madre son músicos de jazz. Algo que me enseñaron y que jamás olvidaré es hay que dar más importancia a la relación con la gente que a lo relacionado con el dinero. Y cuando pasé mi vida siempre seré capaz de mirar atrás —con sumo agradecimiento— maravillado por todas las increíbles personas que me inspiraron en la búsqueda de esa ‘imperfecta perfección?». Davis Whitfield.

Géraud Portal (contrabajo)

Géraud Portal (Bourges, Francia, 1987). Nació en el seno de una familia amante de la música. A los 6 años comenzó a tocar la batería de forma autodidacta pero sus hermanos —pianista y batería— le convencieron de que se pasará al bajo para poder tocar juntos. Le regalaron un bajo eléctrico cuando cumplió los 8 años y comenzó a tocar música de grupos como The Beatles o Lep Zeppelin, debutando en público en un bar de Berruyer. Descubrió el jazz a través de los discos Miles Davis, Bill Evans y John Coltrane de su hermano mayor lo que le llevó a adoptar el contrabajo.

Durante la escuela secundaria entabló amistad con el pianista Étienne Décofin que se convertiría en compañero inseparable de sus aventuras musicales. Participó en un curso de jazz organizado por el club Crescent de Mâcon, donde conoció a François Gallix y Gaël Horellou, miembros del colectivo Mû, así como al saxofonista David S. Ware, figura clave para el resto de su vida —quien le abrió un camino: «la música realmente podía cambiar las cosas»—. A David le llamó la atención Géraud durante una clases magistral y lo invitó a estudiar en su casa de Nueva York. Allá conoció a William Parker, bajista habitual de David S. Ware y antiguo alumno de Jimmy Garrison y con quien estudió de forma privada.

Hacia 2004 comenzó a tocar de forma profesional en el citado club Crescent y después el saxo Gaël Horellou lo introdujo en el círculo parisino tocando con destacados jazzmen, incluido Horellou y su amigo de la infancia Etienne Décoffin, presentándose en prestigiosos clubes como Cher o Duc des Lombards.

En 2012, a los veinticinco años, alternó su tiempo entre Berry y París, donde trabaja con el saxofonista francés Gaël Horellou, quien le puso en contacto con el baterista Ari Hoenig que buscaba bajista  para una gira europea y luego para  unas sesiones en clubes  de Nueva York. Allí conoció al bajista Bill Lee y a tres jóvenes músicos Arnold Lee, Ben Solomon y Kush Abadey. En París frecuentó escenarios con formaciones regulares, entre otras y a trío o a septeto con Gaël Horellou, o con Cesar Poirier Sextet, Transition Cosmic Power, con Stéphane Belmond y de modo especial con su viejo compañero Étienne Décofin en formaciones de diverso formato.

En 2012 puso rumbo de nuevo a Nueva York, ahora dirección Brooklyn, instalándose en casa de Bill Lee, contrabajista y padre del cineasta Spike, que alquilaba habitaciones de su casa de Fort Greene a jóvenes virtuosos deseosos de trabajar día y noche. Allí se puso en contacto con inquietos músicos con los que luego entraría por primera vez en un estudio de grabación, entre otros con Arnold Lee, sobrino de Spike y saxofonista apasionado por Coltrane, el tenor Ben Solomon y su amigo Etienne. El resultado fue el álbum Fort Greene Story publicado en 2014 por el sello francés Gaya Music y en el que además intervino el batería Kush Abadey.

En 2013, tras varios meses en suelo americano y el visado caducado, regresó a su habitual actividad de leñador. Abandonó el contrabajo y decidió pasar por una escuela forestal para formalizar su estatus de leñador. Sin embargo en embargo en 2014 retomó el instrumento y puso rumbo otra vez a Nueva York para grabar su segundo álbum, Brothers, en clara alusión a su amigo Etienne con quien colidera la grabación, junto al saxo tenor Ben Solomon y el batería Kush Abadey editado como el anterior por Gaya Music en 2015.

En 2015 se instaló en París, donde reside en la actualidad, donde se presenta en clubes de la capital, en especial el Duc des Lombards, con el trío de batería Ari Hoening, pero también en locales de la región de Berry. Es un activo animador de circuitos y encuentros, como las jam sessions de los viernes en el Duc de Lombards, que le permitía encuentros con músicos de diferente procedencia o estadounidenses de paso

Hacía 2016 creó la banda Mingus Music, con la que explora música del Charles Mingus, junto a John Coltrane, otra de sus grandes influencias y con quien comparte su toque viril, telúrico, enraizado en el blues, y su sonoridad sobrehumana, casi animal, como a madera maciza. Con el grupo publicó el doble álbum Let My Children Hear Mingus (Family Jazz, 2018), grabado en directo en el Duc de Lombards y para el que contó con la colaboración de Quentin Ghomani (tp) Luigie Grasso (sb) Vahagn Hayrapetyan (p) y Kush Abadey.

En 2021 fundó su nuevo cuarteto, con el pianista Jacky Terrasson como invitado especial publicando su cuarto álbum como líder, Zinneke (Outnote Recods, 2022) con composiciones  propias y de Terrason y la colaboración de Jean-Paul Estiénart (tp) J. Plume (sa) y Antoine Pierre (d).

Al margen de sus propios proyectos, es un acompañante muy activo y solicitado por destacados artistas, entre otros, Jacky Terrason, Nduduzo Makhathimi, Ari Hoenig, Gary Bartz, Ali Jackson, Jazzmenia Horn, Kirk Lightsey, Saul Rubin, Luigi Grasso, Baptiste Herbin o Eric Legnini.

© José Santiago Lardón Santi (Junio, 2023)

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